Realmente el Coronavirus ha desatado un estado de confusión en la normal vida de la gente. Y de los precios de los alimentos. La verdad es qaue entre una cuadra otra, los valores de los productos cotidianos para alimentarse o para los aseos personales y de la casa resultan corprendentes en cuanto a sus diferencias.
Tomamos como ejemplo, un alimento que está en la mesa de todas las familias: La Papa. Es el producto que reina en un hogar más que la tradición del pan o la cerveza.
En el mismo barrio, en los carteles exhibidores es común ver: 3 kilogramos de papas a 70 pesos. O tres kilogramos de papas a 75 pesos. Es decir, un precio relativo sensato.
Ya en otro cartel reza: Cinco kilogramos de papas a 100 pesos. Es decir que de unos 25 pesos por kilogramo se baja a 20 pesos. Y como diría la abuela: “en tiempo de necesidad, 5 pesos son 5 pesos” y aplaude al comerciante que le da una mano a los clientes a las familias con un producto muy versátil hablando de manera culinaria porque se puede comer en formas diversas.
Pero si usted hace unas dos o tres cuadras va a encontrar que la papa está a 40 pesos el kilogramo. Y no es el único lugar. Entendiendo que la papa viene de un mismo lugar, los quinteros de Santa Fe, la gente se pregunta porqué en una despensa los 5 kilogramos de papas cuestan al esperancino 100 pesos y a 300 metros de allí 200 pesos.
¿Porqué con la verdura y las hortalizas pasa este fenómeno y no con la carne, tanto de ganado como de pollo y de cerdo, estas dos últimas carnes que han crecido fuertemente en su consumo en la ciudad?
Tal vez sea que es uno de los alimentos más accesibles para todas las familias por su precio y versatilidad alimenticia. Y para algunos “ahí está la papa” para hacerse de unos pesos más.