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jueves, abril 18, 2024
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El arzobispo, el rabino y la ideología de género

Por Mauricio Yennerich.-

Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata, escribió, la semana pasada, una nota para el diario El Día, titulada “Literatura de género”, que puede encontrarse en www.infocatolica.com

Su análisis parte de un acuerdo tácito con las afirmaciones de Benedicto XVI, para quién la ideología de género es “la última rebelión de la criatura contra el Creador” y con el Papa Francisco, cuando advierte que ésta “lleva a la autodestrucción”.

El eclesiástico cuenta que eligió una novela entre muchas del estante de una librería que tenía el rótulo “Literatura de género” y llevó la que escribió recientemente la periodista —Suplemento Las 12 de Página/12— Luciana Peker. En esta novela, Aguer buscó recolectar enunciados singulares, a partir de los cuales confrontar y reafirmar sus ideas centrales. Le bastaron, cuenta en la nota, 120, de las 367 páginas del libro, para advertir que se trata de “pura ideología de género”, en la cual confluyen “el constructivismo gnoseológico, psicológico y sociológico con la dialéctica marxista”.

En ese sentido, sostiene que el género, como reemplazo del sexo, es producto de una imposición de carácter imperialista, nacida en los años 60 en Estados Unidos, en línea con las políticas de planeamiento familiar propuestas, por las potencias mundiales, a los países de la periferia y que tiene antecedentes importantes en el feminismo francés de la segunda pos-guerra. Aguer cita una idea de Simón de Beavoir, según el cual: “no se nace mujer, se llega a serlo”. La propaganda gay, la adoración del cuerpo y la exaltación del goce y el narcisismo, son vías de tributación a un individualismo anárquico, que hace la vista gorda, para que cada uno haga lo que siente.

La nota generó reacciones contrarias. De hecho, la autora del libro escribió una réplica, “Las Evas del goce no vamos a dejar de escribir”, que puede leerse en Infobae. Y el rabino Emmanuel Taub, realizó su defensa de la autora, en La Vanguardia, centrando su crítica en el reduccionismo del judaísmo que observó en la nota del arzobispo emérito. Taub considera que el judaísmo es mucho más que una religión. Pensarla exclusivamente como tal, es una conquista de la modernidad y de la lógica excluyente de los Estados nacionales. Lo judaico, como asunto central, surge a partir de la clave autobiográfica de la novela, en la cual se presenta a una judía en contra de lo establecido. No obstante, en su rastreo para la crítica, el clérigo platense no encuentra en el libro referencias éticas, es decir, manifestaciones de las virtudes teologales o cardinales, que son, sostiene, universales. Pero es, justamente, esa universalidad la que Taub desafía con fundamentos.

La Torá, los Nebiyîm, y los Ketubîm, es decir, el Pentateuco, el Libro de los Profetas y Los Escritos, que para Aguer “expresan la revelación de Dios al pueblo elegido de la Primera Alianza”, no son, para Taub, suficientes para comprender la “condición judía”. En efecto, él brega por “un judaísmo producto de la interpretación rabínica del texto bíblico”. Es más, su idea es que Peker “es judía porque siente que pertenece a la tradición judía”. Un poco a la manera en la cual, la costarricense Chavela Vargas, define su condición mexicana.

Como toda discusión que vale la pena, la que han planteado, sin encontrarse, antes bien, todo lo contrario, el arzobispo emérito y el rabino, activa preguntas que tienen que ver, básicamente, con la identidad: ¿Qué nos hace católicos, hombres, mujeres, judíos, santos o malvados? ¿Nuestro aspecto? ¿El ejercicio de nuestra sexualidad? ¿Nuestra capacidad de perdonar y comprender al otro? Como índice de amor por el entendimiento humano, interesa recordar, para finalizar, que la prédica del sumo pontífice, deja en claro que condenar a una persona por sus preferencias sexuales es tan pecaminoso como promover positivamente tales elecciones personales.