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sábado, abril 20, 2024
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Chau pibito, gracias por tanto, perdón por tan poco

Y un día Dios se cansó de tantos malos tratos y se fue. A los brazos y al cariño de la “Tota” que nunca mancha y siempre abriga. Para contarle cómo lo ha tratado el mundo al mismísimo Jesús.

Un día, sin decir nada simplemente agarró la pelota, se la puso debajo del brazo y en patas se piró al cielo. Cansado de tanto manoseo. De ser un trofeo por la guita.

Hiciste bien Diego. La Escuela de tu primaria en Villa Fiorito ya nadie ni la conoce. Porque vos te aseguraste que los pibes tengan un lugar digno para estudiar, cosa que vos no tuviste. Para que no sean las nuevas víctimas de esta escuela de caranchos que es el mundo.

El viejo bar en Lanús, ese de la esquina de la Avenida, todavía guarda la mesa y las sillas donde comiste con tus viejos la primera parrillada cuando ganaste tu primer sueldito, brilla eternamente con tu nombre. Y los miles de pibes del barrio cuando pasan te reverencian.

Hacés bien en irte Dieguito. Ahora vas a tener un cielo en serio, lejos del infierno que tantos supieron construirte tan solo para sacarte una moneda. Esos que pintan que la miseria verdadera no es la de la villa.

Eso es Dieguito. Tomate la calesita de Lomas de Zamora y pirá rápido de acá, porque vos sabés desde tan chiquito que vivir es una actividad de riesgo como lo aprendiste desde que viste el mundo caminando en patas en Villa Fiorito.

Viste como es el mundo. Te da miseria y hambre y cuando sos algo, tenés que andar en traje, comer con seis cubiertos y hablar en inglés.

En el cielo Dios -seguro- va a tener la cortesía de invitar para la ocasión de tu llegada a otro argentino, el rosarino “Che” Guevara que tanto quisiste, a Fidel fumando un habano, Charly, Nito, el cordobés Rodrigo hecho un potro, y un par de grupos de la cumbia villera.

Hacés bien en irte Dieguito. Al fin de cuentas, ¿quién puede tener la grandeza moral para juzgarte?

Chau pibito, gracias por tanto, perdón por tan poco.

Daniel Frank