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viernes, abril 19, 2024
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“En el corazón de ustedes se acunan los nuevos periodistas”

Fue una mañana completa. Varias horas de visita al diario de la ciudad y de Las Colonias. “El Colono del Oeste” recibió a los integrantes de los quinto grados de la Escuela Nº 315 “Aarón Castellanos” de nuestra comunidad. Sesenta alumnos y sus maestros, incluso con un docente practicante. Era lo pactado con las autoridades de la histórica escuela de Esperanza en cuyas aulas estudiara el luego  gobernador esperancino Aldo Emilio Tessio y el escritor miembro de la Academia Nacional de las Letras, Gastón Gori.

Es viernes. Los padres y las madres llegan hasta el diario de calle Pueyrredón con sus hijos, bien temprano. En bicicleta y en las motos de calle. Algún que otro automóvil. Está cara la nafta. Los periodistas de la redacción, las oficinistas, los publicistas,  los diagramadores e impresores, tienen una jornada atípica que se ha organizado sólo por los chicos. Hoy el diario se temina a las 10 y no a las 13 como generalmente acontece, cuando entra la noticia “de última”.

En la puerta ven la placa. “El Colono del Oeste” fundado por Guillermo Lehmann en 1878, constructor de pueblos y ciudades- entre ellas Rafaela- padre de Rodolfo Lehmann,  Director del diario,  primer gobernador esperancino en la historia de la provincia de Santa Fe, de origen radical.

Los nombres de Pío Jacinto Guala, primer presidente de la Sociedad Rural Las Colonias, ex director de El Colono del Oeste y el de otros directores que han presidido el Centro de Industria y Comercio, o la importancia del diario en la fundación en Aeródromo de Esperanza, también con Pío Jacinto Guala, son parte de la historia que los chicos aprenden, de su ciudad, recorriendo los “diarios viejos y amarillentos”.

También la columna de opinión en este diario de la más grande poeta argentina y latinoamericana Alfonsina Storni, allá por el año ’20, en nombre de la dignidad de la mujer, cuando era un tema social difícil de hablar y menos de publicar como vanguardia, en la zona y en el país.

Dos grupos de 30 son recibidos por las secretarias, acompañados por los trabajadores de cada sector. Preguntan, se ríen con las bromas y las historias de sus bisabuelos contadas en el diario de 1918, se asombran de las fotos de entonces, de las ropas, de los automóviles “de última onda”, comparten, miran las fotos de la ciudad, de los jugadores de Mitre, de su escuela.

Ven como desde que entra la noticia, se va transfromando en diario de papel o de diario de internet en la red a manos de los trabajadores. Y aplauden felices cuando se dan cuenta que ellos van a ser la próxima noticia, y sacan las fotos ellos, que hacen de periodistas de su propia visita.

Luego de la experiencia en el diario, vamos juntos a ver la casa de los Lehmann donde nació El Colono del Oeste, hoy propiedad de la familia Caussi, por Sarmiento y a media cuadra de la Plaza.

Caminamos unos pasos y en la histórica plaza San Martín, en una de sus glorietas, ya está cercano el mediodía. Una alumna lo hace saber: -“tengo hambre seño”. – “Ya comemos después de la entrevista” dice con tono de comprensión una de las maestras.

Una andanada de preguntas es parte de la charla, animada y compartida. Se nota el trabajo de los maestros en el aula. Los chicos y las chicas de los  quinto preguntan bien, profundo, complejo para responder. Hablan de las tristezas y las alegrías de los periodistas, de cómo lo viven sus familias, de la plata que ganan, de cómo es hablar siempre de los otros, de la calidad profesional, de la moral de los periodistas, de lo que sienten cuando cuentan las noticias.

“Hoy nosotros somos los periodistas de la ciudad. Pero muy pronto ya no lo seremos. Va  a pasar lo mismo que les pasó a los periodistas durante 141 años del diario. Se termina un ciclo y comienza otro. Los que ya tenemos canas, nos vamos y ahora vienen ustedes. Estudien, sean buenos, trabajen duro, porque en el corazón de cada uno de ustedes, se acunan los nuevos periodistas. Y la ciudad los necesita, la gente los necesita, mucho mejores que nosotros” es  el consejo final.

Después los guardapolvos blancos se desparraman por la florida y majestuosa Plaza San Martín. En el Monumento, en lo alto, el General de la Patria, sigue cuidando sus libertades.