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jueves, marzo 28, 2024
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Cuando el Estado es perverso

Mucha gente dice que la gente no quiere trabajar y acusa a la gente humilde de vivirlo en los impuestos para disfrutar de la plata fácil que le da el Estado, en los tiempos que sean y con los políticos que gobiernen.

 

Pero, pocos se interesan por ver la realidad. Y la realidad es que, al menos en Esperanza y el departamento Las Colonias la gente no pide planes, pide trabajo.
Y muchas veces surje ese milagro de la mano del empresariado privado. Resulta que una empresa le da trabajo en blanco a un padre o madre que posee planes. Apenas eso sucede, el Estado Nacional le deja de pagar las asignaciones. Y todos dirán: Está muy bien. Pero hay un problema.
Esa familia debe vivir ese mes sin un peso hasta cobrar el primer sueldo. Para pagar comida necesita 35 mil pesos al mes, más los gastos de alquiler si no posee vivienda y los gastos de los servicios como mínimo. Y los créditos que posee en los comercios y los gastos escolares de los hijos.
Eso quiere decir que cuando cobra no le alcanza el dinero porque debió endeudarse.

Por ello, deberá restringirse en todos los gastos para poder equilibrar su economía lo que le llevará por lo menos cuatro o cinco meses, donde vivirá, en blanco, mucho peor que cuando era planero. Porque con el dinero que le daba el Estado Nacional más el trabajo en negro podía vivir mucho mejor y hasta poder mejorar su vida. Si se estaba construyendo su casita, comprar este mes una puerta, mañana una ventana e ir pagando.
Es decir, si la gente que busca trabajo legal y en blanco lo consigue, y feliz pasa a la legalidad y deja de cobrar los planes y las ayudas del gobierno, baja su nivel de vida, es porque entonces el Estado lo castiga.
Esta es la realidad de las extremas necesidades que debe pasar una familia que trabajando en blanco ganará menos dinero y vivirá peor que cuando era “planero”.

Por esta razón -y por otras seguramente-, es que hay personas y familias que no quieren pasar por más miseria y necesidades que las que tenía antes como planero, con un único ingreso de unos 50 mil pesos promedio y deciden dejar de trabajar en blanco para volver atrás.
¿Qué haría cualquier ciudadano en esa situación por el bien de su persona y el de su familia? Sin dudas el Estado plantea un dilema moral por demás de perverso, más en una sociedad nacional que tiene el 50 por ciento de su gente viviendo en la pobreza.
Es cómo si a una persona se le hace elegir entre comer o ir a la escuela.
Es claro, contundente, sin dudas que los esperancinos quieren trabajar, que los franckinos, los humbolenses, los sancarlinos o los sarmientinos y felicianos quieren trabajo, no vivir de la dádiva, pero si existe un territorio nacional donde se lo castiga a quien trabaja, desde los gobiernos, sin dudas que la pesadumbre y el empobrecimiento serán la única realidad posible para quien genera trabajo y para quien lo ejerce con la mejor predisposición humana y de responsabilidad cívica.
Esta es la realidad. Después se puede pintar en los colores que cada uno lo prefiera. Para cambiar al país, hay que cambiar la mentalidad y el ejercicio del Estado.

 

 Daniel Frank