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jueves, abril 25, 2024
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El ruido silencioso de los nuevos analfabetos

Cuando vinieron los abuelos inmigrantes a Esperanza crearon cuatro cosas. Un gobierno democrático y participativo por lengua y nación. Una escuela. Un templo y fuentes trabajo. Durante muchos años los niños y niñas del campo sólo tenían educación pública hasta tercer grado. Son la generación que hoy tiene entre 80 y 90 años, que leen libros y diarios de corrido y escriben sin un solo error de ortografía. Ese pasado de gloria cívica se está muriendo y desapareciendo.

 

 

Hoy el analfabetismo nos asola en la ciudad. Como en toda la República. En el tiempo de la tecnología y el wi-fi el analfabetismo real ataca a la juventud que literalmente no sabe leer ni escribir, y de los que saben, muchísimos no terminan siquiera el secundario.

Un jefe sindical de la ciudad nos dijo:”Tenemos muchos afiliados trabajadores que no saben leer ni escribir. Estamos muy preocupados porque tampoco quieren estudiar ni progresar intelectualmente. Realmente, en el sindicato queremos ayudar pero no sabemos cómo, porque en verdad tampoco hay mucha gente que aporte proyectos ni soluciones”.

Esto ya existía largamente antes de la pandemia. Lo único que produjo el Covid es profundizar el drama de centenares- o acaso muchos más que centenares- de personas discapacitadas por el analfabetismo de no saber leer ni escribir o el analfabetismo funcional.

Dos empresarios industriales calificados de la ciudad nos confesaron: “Hay muchos problemas para crear cuadros con gente joven. El tema de la responsabilidad laboral es clave y la conducta. Las empresas tienen una profunda necesidad de construir estos cuadros de gente joven trabajadora, pero se encuentra con problemas del conocimiento, de conducta principalmente y de asistencia laboral”.

Recientemente, una empresa de Buenos Aires en la faz industrial publicó que  no encuentra obreros jóvenes escolarizados mientras que otra citó que 7 de cada 10 de los obreros tomados por las empresas, tienen problemas con el alcohol y las drogas lo que afecta gravemente el tema laboral y productivo.

Confirmando que el problema se ha profundizado solamente, hace tres años atrás, el Observatorio Argentino de Drogas de la Sedronar realizó un estudio nacional en personas comprendidas entre los 12 y 65 años sobre el consumo de sustancias psicoactivas. El resultado que arrojó dicha investigación fue contundente: Aproximadamente el 70 por ciento de los trabajadores consume alcohol y otras drogas.

Recientemente la Confederación General del Trabajo con su Observatorio de Salud Laboral, CECIS y la Fundación Clínica de la Familia dieron una conferencia a cargo del Licenciado Amado Pauletti, quien consideró que se han detectado muchos inconvenientes en las relaciones laborales a partir de estos consumos.

“La prevalencia del consumo no sólo está en las personas que trabajan en lo privado. Las drogas no escapan ningún ámbito”, expresó Pauletti, es decir que abarca tanto al empleo público como privado.

 Daniel Frank