Hay que escucharlas. Tienen la verdad de las que padeces el infierno en carne propia. Alguna vez se convirtieron en marginales de la sociedad en sus familias, en sus barrios, ciudades, país de origen.
Ellas son jóvenes que vienen de distintos países sudamericanos huyendo del Infierno de las drogas. Son integrantes de La Fazenda, Providencia, comunidad de amor y de trabajo que las reúne para darles el agua que apague el fuego de la hoguera en donde un día se ataron.
Un día cualquiera, a una hora incierta, se acercaron a Dios y a la Iglesia Católica que tiene centros internacionales para ayudarlas. Una Iglesia Católica que ayuda a las madres solteras, a los niños sin hogar, a las familias humildes, a las comunidades campesinas pobres, a la gente de las ciudad, en las villas, en las selvas, y también, en esta comunidad internacional, en específuco a las chicas que un día conocieron al Demonio en persona.
Desde las 16 de hoy estarán ellas en la Basílica.
A las 19 participarán de la adoración al Santísimo.
Luego le contarán a los presentes que libremente se acerquen a escucharlas, cómo entraron y cómo están saliendo de la esclavitud de las sustancias, de crueldad y humillación extrema.
Compartirán una cena a la canasta en el salón parroquial y seguirán dialogando de manera informal con los asistentes que quieran compartir sus vidas y sus experiencias.
Una oportunidad para saber que se puede salir del Infierno, cómo hacerlo y con quienes.
La comunidad eclesial de la Básilica Natividad de la Santísima Virgen, siembra en esta tarde y esta noche esa Esperanza cierta y al alcance de la mano. Sólo hay que ir en su busca.
Daniel Frank