Mucha gente. Para un sábado a las 4 de la tarde, dos cuadras de vecinos marchando es muy significativo. La defensa del derecho a la propiedad privada y la defensa de las leyes constitucionales fueron básicamente por lo que la sociedad esperancina salió a la calle, en un feriado nacional.
Los automóviles con sus bocinas, la gente con banderas celestes y blancas, pancartas en sus manos, muchos en familia, fueron el colorido de defensa de la manifestación que comenzó en la esquina de San Martín y Aarón Castellanos y, tras el recorrido del principal paseo de la ciudad, culminó en el mismo centro de partida.
Con expresión de aplausos, sin consignas agresivas, con la habitual educación esperancina, la marcha se expresó como en otras tantas comunidades del interior del país, haciéndole saber al gobierno nacional que no están de acuerdo con decisiones de expropiación de la propiedad privada.
Está claro que la voluntad presidencial puso a conocimiento de la sociedad argentina la situación de la empresa Vicentín, empresarios que enfrentan hoy una denuncia penal por supuestos delitos económicos. La gente hoy puede ver lo que es una acción de apropiación de los dineros del Estado Nacional.
Pero la metodología de expropiación, que sienten que vulneran los derechos constitucionales y la propiedad privada, ha metido miedo en la sociedad argentina. Y especialmente, reabre una herida respecto del sector agropecuario y agroindustrial, cuya economía es vital para la Argentina. Y trae a la actualidad viejas broncas del empresariado rural contra las acciones gubernamentales de nivel nacional. Más si está en medio la figura de Cristina Fernández de Kirchner, que le resulta altamente antipática a toda la región y que nuevamente agrava el conflicto de intereses.
Un detalle significativo fue la presencia de la concejal radical de Cambiemos, Andrea Martínez y de los ediles PRO, Guillermo Bonvín y Mariano Puig, además de las máximas autoridades de la Sociedad Rural de Las Colonias. Asimismo hubo transmisión en directo del Canal TN, del Grupo Clarín.
Daniel Frank