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miércoles, marzo 27, 2024
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Enrico Santillán, el último escobero esperancino

Su oficio es de los tantos que combaten contra el olvido y el desprestigio. Desde su humilde taller, Don Santillán desde hace más de 60 años fabrica un elemento que continúa siendo esencial en cada hogar.

En su taller de Avenida Misional al 1500, casi esquina 20 de Junio, en Pilar, Enrico Santillán (76) se dispone a fabricar una nueva escoba. Con mango de madera y  ramo de paja, esta es una de las decenas de miles que ha elaborado en los últimos 60 años. Para él, como para muchos de su edad, la pandemia no ha terminado, y su blanco barbijo se entremezcla con el polvillo filoso que revolotea al manipular los manojos de paja de un lado hacia el otro.

Se ubica detrás de una vieja máquina de madera que su papá construyó a mediados de los 60. En la armadora va juntando el mango con la paja, girando la escoba, con sus pies sobre la pedalera, mientras con alambre aprieta cada paja que va integrando. Luego aparece una gran cuchilla, que marca aún más el modelo artesanal de su labor.

Sorprendido por nuestra repentina visita y con un poco de vergüenza ante las constantes preguntas, Enrico nos contó que él era de Esperanza y que a sus 6 años vino a vivir a Pilar junto a sus padres y familia.

“Mi papá consiguió trabajo en Pilar y nos vinimos acá, prácticamente soy un pilarense más. Desde los 15 años que trabajo en esto, me enseñó mi tío Valeriano que era de la ciudad Rafaela.” 

Enrico no es de muchas palabras. Nos comentó que en una época, unos 40 años atrás llegaron a haber unos 6 talleres de escobas en el pueblo: “Estaban el mío, el de Ceresoli, el de Oría y Galarza y otros. Ahora así, artesanal, está el mío solo, y uno más sofisticado, de un chico de apellido Bo al que le enseñé el oficio, pero él tiene máquinas más nuevas. A él le compro la paja, que traen de Rosario.

La otra máquina que tiene, ya es de hierro, y lo ayuda con la segunda etapa, la de enhebrar el hilo de plástico que entrecruza y compacta las pajas en 4 tiras. Luego de eso, la “cortadora” manual de donde sale el producto terminado.

“Este trabajo es mi pasión, lo hago porque amo hacerlo y porque con mi jubilación sola no alcanza. Las escobas las vendo en comercios del pueblo y a gente que siempre vino a buscarlas acá al taller”.

La escoba nos salió solo $400 y la la pusimos en funcionamiento con las resecas hojas de este nuevo otoño. Desconocemos qué precios se manejan hoy en día en supermercados de la zona, pero si necesitan una escoba, para barrer o volar, pasen por el tallercito de Santillán y cómprenle una.

fUENTE: INFO Mercury de Pilar