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miércoles, abril 24, 2024
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A Hermes Juan Binner, socialista argentino

Extraño el gobierno del doctor Hermes Binner. Admiro profundamente a Hermes Binner, su figura me inspira la utopía de luchar por hacer lo que hizo en Salud, ayudado por el doctor Miguel Cappiello, en Educación.

Con Hermes en el gobierno, estábamos más cerca de alcanzar una mejor educación. No quiero decir con esto que el doctor Antonio Bonfatti, quien fue su ministro de Gobierno y Reforma del Estado, y el Ingeniero Miguel Lifschitz, la hayan descuidado. Pero Hermes y la doctora Griselda Tessio, gobernaban y, a la vez, educaban.

Tanto es así que fui uno de los afortunados alumnos de su cátedra “Sociología de la Educación” en la Universidad Nacional del Litoral, institución aliada, buque insignia del proyecto de Hermes y el Frente Progresista, hasta hace poco. En esas clases grabé, a fuego, una consigna de Griselda: “los mejores cuadros deben ser destinados a las escuelas más precarias y vulnerables”.

 

La fundación del FPCyS en Esperanza

De fuentes directas y confiables supe que al momento de formar el Frente Progresista Cívico y Social, en Esperanza, a Hermes lo esperaban con ansiedad en calle Rivadavia al 24…, pero Hermes arrancó por donde correspondía: el domicilio de calle Sarmiento de Carlos Zambón, hombre de derecho, refinado, fanático de los libros, mentor de las históricas peñas socialistas de los viernes por la noche. Por eso, o por eso y por tantas otras cosas más parecidas a la honestidad intelectual, la transparencia, la perseverancia, los socialistas hemos sido catalogados como personas no gratas por muchos “referentes” locales y sus secuaces. Allá ellos, con la verdad seguiremos avanzando.

 

“Al que quiere celeste que le cueste”

Ahora estamos en un pantano. Las autoridades educativas hacen focus groups —rondas de consulta— y el resultado es una obviedad: “lo lúdico”, “hay mucha demanda de lo lúdico”, expresó la ministra Adriana Cantero, ¿acaso alguien va a demandar: “queremos altos niveles de responsabilidad y compromiso con los rigores de una educación de altísima calidad, con una constante promoción y valoración de la excelencia y el esfuerzo”? Claramente: no.

Los chicos y chicas quieren jugar, van a la escuela a “divertirse”, las seños, los maestros, los profes, lo aprueban, la ministra, lo legitima. Y las virtudes que conducen  a la excelencia están, en el mejor de los casos, reservadas a una minoría consciente de que nada bueno se consigue sin esfuerzo y que, como dice la Biblia, la primera condición de la plenitud, es el llanto. No obstante, el ajedrez, el scrabble y el T.E.G. siguen perdiendo por goleada frente a las pantallas.

 

La coherencia es el fundamento de toda conquista social

Los gremios, salvo honrosas excepciones, han abandonado completamente su posición de formadores intelectuales de primera línea, se han vuelto especialistas en explotar las ventajas de la función pastoral, haciéndose pasar por defensores de los docentes-trabajadores, que, en su mayoría, están aborregados, por estrés, por cansancio o por escasa o mala preparación. Ante ese colectivo, se presentan como la vanguardia esclarecida y apoyaron a Omar Perotti, el alumno sobresaliente del establishment, en su camino a la gobernación de Santa Fe. Y no hace mucho, impulsaron y promovieron la reglamentación de las 44 horas semanales, en lugar de un aumento, negociaron ¡44 horas semanales frente a los educandos! Ni en su peor pesadilla Paulo Freire lo hubiera imaginado. Eso debe terminar, el docente deber trabajar 22 horas en su casa, 22 horas frente a los educandos, con igual salario.

 

Hagamos algo

En definitiva, mi humilde reparo en Hermes Binner, primer gobernador socialista de Argentina, es hacer uso, libremente, de la palabra, procurando concientizar a cerca de la delicada situación educativa de la provincia, por medio de la comprensión. Creo que eso le hubiese gustado, no obstante, no tardaría en convencernos de que tenemos que “hacer” algo: la formación de un foro local y regional, para la discusión y puesta en práctica de una educación sustentada en criterios de excelencia y democracia ¿será mucho pedir?

Mauricio Yennerich