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miércoles, abril 17, 2024
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La foto de la plaza de Esperanza

Hay un mundo que está, como suspendido inmóvil en el aire. Mientras, desesperadamente los profesionales de la salud piden que el país vuelva a Fase 1. La situación es marcadamente peor que en la primera ola, con un virus más agresivo, más contagioso y más mortal, sumando una mayor amplitud etárea y con el sistema de salud agotado.

 

La gente, en cada pueblo, tiene angustia y miedo. Y están los que dicen que el gobierno es lo mejor o el gobierno es lo peor, en esa ridícula manera de entretenerse que tienen los seres humanos a veces, mientras la vida y la muerte le pasan por al lado.

Con la consigna de no morir en el intento, todos los gobernadores y el intendente de Capital Federal, tratan de no volver a la Fase 1 y mantienen abierto lo que pueden, aún en medio de gruesas incongruencias de conducta y en medio de una economía que saca la lengua de agotamiento sin ver la meta. Sólo sabe que debe correr hacia adelante.

Dos cosas se saben aunque pocos quieren decirlo para no cosechar el enojo de la gente. Lo peor de la segunda ola del Covid está por venir a partir de 10 días de la fecha y el virus puede durar por lo menos 3 años más en el mundo, aunque se vacune todo el planeta, si las condiciones en general son las mismas.

Mientras tanto la gente, vive cómo puede, lo mejor que puede, trata su mayoría de hacer lo que debe, cual monje tibetano, bajo un cielo cargado de pájaros negros, con el único saber seguro de que ésta es la humanidad que le tocó vivir y su tiempo histórico.

Miles, millones de personas se llevó el Covid. La angustia es saber si uno es el próximo que se llevará a morar a otro cielo, donde los pájaros negros sean una figura olvidada.

Lo honesto es decir que si usted cree que estamos mal, vamos a estar peor en 10 días. Además, sin que persona alguna sobre la tierra sepa que va a pasar en dos semanas en todo el planeta. Ni el más calificado científico de la tierra.

En esta guerra a muerte, contra un ser vivo invisible, el Covid, que enferma y mata a cualquiera, porque su enemigo es la humanidad entera, el fusil que le dará muerte al otro, se lleva en el cuerpo, incluso se traslada en el de uno de su familia y en el cuerpo de sus mejores amigos.

Eso es lo loco, lo socialmente enfermo, lo irracional, este enemigo puede esconderse en los seres que usted más ama.

En ese estadio de la contradicción extrema, es hasta natural que el culpable sea cualquiera y que los odios florezcan. Pero por cierto, como en toda guerra, este es el período de la resistencia. El de salvar vidas, aún de quienes se comportan como enemigos y a cara descubierta.

Porque si la guerra es el rostro de la peor miseria humana, la vida sólo se mantiene con la virtud de los que resisten bajo el régimen de la Esperanza, que incluso no ven.

No por nada es la máxima virtud teologal desde hace miles de años.

Daniel Frank