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miércoles, abril 24, 2024
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“Levanto pedido de bidones de 5 litros de leche a 130 pesos”

La experiencia y la necesidad van de la mano. Lo que sucede en tambos de Mendoza y en San Juan, se reproduce en todas partes. A las 15.20 de este martes 21 de mayo, la realidad toca a la población de Esperanza y de la cuenca lechera más importante de Argentina y de Latinoamérica.

“Levanto pedidos de bidones de 5 litros de leche de vaca para mañana de mañana” y pone la cifra por bidón del precioso producto: 130 pesos. Cinco litros de leche a unos 50 pesos el sachet significarían 250 pesos. El ahorro es sugestivo y convence a cualquiera, pero especialmente a las familias que tienen chicos y ganan poco, es decir son parte de los seis millones de niños, de los 12 millones de pibes argentinos, que son pobres.

El aviso fue sacado en una página esperancina, sitio que tiene miles de seguidores y que hasta se dio el gusto de salir en una propaganda política para las elecciones PASO, del candidato a gobernador Antonio Bonfatti, del Frente Progresista Cívico y Social.

Es ilegal. Es insalubre y riesgoso. Una vecina da su opinión. “Mi abuelo tomaba la leche al pie de la vaca. Y vivió 97 años. Y mi abuela más”. Lo que en el castellano popular práctico de los inmigrantes diría: “Cuando hay hambre no hay pan duro”.

La vaca al lado, el tambo en la puerta, el litro de leche que se paga en pepitas de oro o brillantes, tienen un resultado lógico. Gente que no tiene trabajo o gana poco, usa el ingenio para hacerse de unos pesos y a algún tambo que asoma su nariz cercana a la urbe esperancina. Falta de trabajo y carencia de alimento, la fórmula perfecta para la economía en negro. Y que la sociedad lo acepte festivamente antes que lo condene.

La sociedad de Esperanza y de las localidades de Las Colonias, con la leche, la carne, los cereales  y sembrados de choclos que crecen cruzando el alambrado, puede morir de una gripe, o de un  paro cardiaco por ver el costo de la boleta de gas y de luz, pero jamás de hambre.

Al fin es la fórmula de los abuelos inmigrantes es tan seria como cierta y eterna: “Si hay miseria, que no se note” y “a falta de pan buenas son las tortas” que en buen español sería “la mitad de un pan es mejor que nada”.

El que nunca ha necesitado más que la lengua para enriquecerse, nunca va a entender lo que hay más adentro y más abajo de su boca, que es toda su realidad, y en éso estará su castigo.

Dijo el economista González Fraga: “le hiciste creer durante 12 años a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior”, aseguró en diálogo con Luis Novaresio en radio La Red en el año 2016.
Que un empleado medio no pueda comprar un plasma o una moto, no suena justo, pero es comprensible. Ahora, que no pueda comprar un sachet de leche, pareciera demasiado.
Un reflexión de la economía cotidiana señala: “Sapo de desayuno, bueno, soy humilde. Sapo de almuerzo, bueno, tengo carencias. Sapo de cena, y, éramos tan pobres… Ahora bien, sapo de postre, pareciera demasiado”.

 

Daniel Frank