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martes, abril 23, 2024
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Los jóvenes y los gobiernos son el resultado del mundo adulto

Cómo ser adolescente y joven en la Argentina y no morir en el intento. En una sociedad donde los adultos se comportan como adolescentes, sin asumir su conducta y echando culpas al otro, con conducta espejo.

 

Una anécdota, una metáfora

Dicen que se celebraba la fiesta en la semana de la juventud de un colegio privado.

Aseguran los que dicen haber visto que el Cura entró al salón y vio un baile del “perreo”, que suelen hacer los pibes y las pibas en los boliches y fiestas.

Dicen que el Sacerdote abrió sus ojos desmesurados ante el asalto a la inocencia. Pero descubrió para peor y sus ojos saltaron a la estratósfera, que el baile erótico no era hecho por sus alumnas, sino por las madres de sus alumnas.

Una metáfora de la sociedad construida por adultos, donde los mayores se comportan como menores y las y los menores hacen cosas de mayores y luego padecen las consecuencias, que son irreversibles.

 

El consejo y la imagen

Antes de la sociedad de la tecnología, un consejo tenía un valor moral, aunque el padre que lo dijo, hiciera lo contrario al consejo. “Mi viejo era una porquería, un vago, pero siempre me aconsejó bien” decían los que hoy peinan canas. Era el tiempo en que la sociedad juzgaba lo que la filosofía imponía: los seres humanos se diferenciaban de los animales por el ejercicio de la razón. Entonces, el consejo ejecutado por la razón tenía validez.

Pero, la ciencia ha descubierto que el axioma era equivocado. La ciencia ha demostrado que los seres humanos son seres emotivos, emocionales. Primero sienten. Y luego aplican su razón- acertada o equivocada- sobre su sentimiento. Por eso, lo que importa es la imagen, sensible a la vista, a la experiencia emotiva.

Hoy el niño y el adolescentes siguen patrones de conducta que se le muestran como exitosas, y no consejos. Y la primera experiencia a la vista son sus padres y sus hermanos, a los que se les suman luego en la adolescencia, sus amigos, que hoy son seres determinantes.

 

La calle y el contexto

Hasta los 12 años un niño vive en el hogar. Luego, el 50% de su realidad depende de la calle. Y sale a la calle seis años antes de lo que lo hacían los adultos de hoy.

Con todas las inconsistencias de su razonamiento ante el feroz ataque de una mundo comercial, que va desde la ropa que en vez de vestir como antes, semidesnuda especialmente al género femenino, hasta las drogas.

Un psiquiatra señala que el varón no ve hoy en una niña, a esa niña que quiere ser mujer sino a “una mujer pequeña”. Es el poder de la imagen. Exagerada notablemente en las horas de la nocturnidad.

Por eso aceptan que los adultos, dueños del boliche, ya alentadas por el alcohol, desnudarse en público por una par de botellas de alcohol. Una acción que en otro contexto, desecharían, porque no reinarían las emociones guías noctámbulas, ni los adultos pervertidos, sus abusadores.

Son emotividades descontextualizadas, como las madres del “perreo”.

 

Cristina y Macri

No nacieron de gajo. Cristina Fernández y Mauricio Macri son la expresión de la sociedad argentina. Todas sus conductas negras, blancas y grises son el cuadro que pinta a la sociedad argentina. No son el fruto de un zapallo. Es el comportamiento que se ve a diario en la calle y en el vecindario.

Las dictaduras militares en la Argentina, pudieron ser engaño en el año 1930 con la caída de Hipólito Irigoyen. Las demás fueron elegidas por garúes internos y externos y última por la mayoría popular. Las dictaduras en la Argentina son un consenso entre el poder económico, militar y social. Una forma instalada en la sociedad como gobierno. Hasta la brutalidad animalesca de 1976.

Pero, por historia, los argentinos no ven mal a las dictaduras, incluso en Esperanza hay un homenaje a una de ellas en una de sus dos principales avenidas. La Avenida Córdoba.

Un gobierno que gane el poder por los votos, gana su derecho de tomar la economía y la vida de 50 millones de personas por asalto.

Federico Storani, concejal radical de San Fernando, Buenos Aires señala: “voy a presentar un proyecto para que la gente pueda comer de la basura sin problemas”.

Un hecho que ni en la peor dictadura militar el presidente de facto Jorge Rafael Videla hubiera pensado.

No hay límites porque no hay contexto. Los políticos hacen su “perreo” fuera de lugar. “El que quiera andar armado que ande armado” dice una ministra animosamente, en sus declaraciones ante la prensa.

Es la imagen del poder, adulto, que hace y aconseja en un des-contexto. Son los exitosos que ponen el contexto a una pibada atropellada en sus emociones, diarias y más nocturnas, que busca sentirse bien, existente, alguien.

Son los que en poco tiempo más tendrán que hacerse cargo de las instituciones, de los pueblos, las ciudades, las legislaturas y las provincias, la justicia, la economía, hasta del país.

 

Alguien a quien echarle la culpa

La más tradicional conducta de la adolescencia es la conducta espejo. La de hacer lo que te hacen. La de echarle la culpa al otro. La de no asumir responsabilidades. La de quienes bajo el síndrome de Peter Pan, de no querer crecer, mienten y se mienten. Esta porfiada forma de creer en fantasías y garúes como adolescentes ideológicamente descarriados.

“La droga es un problema de la juventud. El alcohol es un problema de la juventud” dicen con descaro. No es cierto. Las drogas y el alcohol son un negocio de los adultos, como el hambre, la miseria, el delito y los planes económicos.

 

   Daniel Frank