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miércoles, abril 17, 2024
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El origen del virus y la cuestión ambiental

Si bien no hay total consenso científico acerca del origen de la versión del coronavirus cuya pandemia ha estado afectando nuestra vida cotidiana, todo habría de indicar que, tal como lo afirma en una nota editorial La Nación, “fue un pequeño mamífero insectívoro, el pangolín, la especie huésped que permitió el paso del actual coronavirus a la especie humana”. No está claro cómo contrajo la enfermedad el pangolín, al parecer el guano del murciélago que aloja el virus, está en su dieta. Como el pangolín es una especie muy apreciada en China, los mercados de animales salvajes, como el de Wuhan, suelen tener ejemplares a la venta. Las condiciones de hacinamiento y salubridad extremadamente precarias, fueron suficientes para que esta ciudad y su mercado de animales, se haya constituido en el epicentro de la pandemia. Wuhan es una ciudad del interior continental, localizada en una posición virtualmente equidistante a las que forman el rosario de mega-ciudades que, con diseño semicircular, constituye el Litoral de prosperidad del Este Asiático. La quintaesencia del “Este Asiático”.

 

No destruir las barreras naturales

“El 70 % de las enfermedades en humanos vienen de animales. De ese 70 %, aproximadamente, la mitad proviene de animales salvajes. Por ejemplo, el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, midle est repiratory syndrome), que originalmente estaba en murciélagos, pasó a los camellos y luego a los humanos. Después estuvo el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, severe acute respiratoy syndrome), que también salió del murciélago y se trasladó a unos gatos asiáticos que se llaman civetas y, más tarde a los humanos, y actualmente tenemos este nuevo coronavirus”, continúa la nota. No obstante, nos ha parecido oportuno llamar la atención sobre la cuestión ambiental específica de nuestro territorio nacional, en un todo de acuerdo con lo que ha manifestado Thomas Gillespie, el científico de la Universidad de Emory que La Nación cita: “los humanos están creando las condiciones para la propagación de enfermedades al reducir las barreras naturales entre los animales que hospedan virus y ellos mismos”.

 

No demonizar al productor de soja

Con la deforestación ha quedado claro que se destruye el sustrato edáfico – esto es, el suelo; ahora podríamos añadir un problema adicional, el riesgo de enfermedades que la mencionada reducción de barreras naturales conlleva (en el caso de los Esteros, esas barreras adquieren la forma de filtros perfectos para el agua dulce que baja desde la meseta brasileña). Detener la urbanización en humedales y esteros y la deforestación, impedir la venta de animales silvestres, es sólo el comienzo.

Para dimensionar territorialmente el problema, Carlos Reboratti, del Instituto de Geografía de la Universidad de Buenos Aires, ha planteado que entre 1980 y 2005 la superficie cubierta con el cultivo de la soja en Argentina pasó de 2 a 17 millones de hectáreas (425 % +).

Asimismo, “la soja ha suplantado agresivamente a otra actividad: la ganadería, cuyos productores, para mantener el stock, han tenido que desplazarse a provincias marginales a la Región Pampeana o concentrar sus rebaños en feed lots”. Por su parte, la producción ovina ha disminuido en 4 millones de cabezas. Las exportaciones de soja, además, desde 2007, han dejado al fisco US$ 1500 millones anuales. No obstante, los críticos de la soja “no proponen ninguna solución alternativa realista a los cientos de miles de agricultores, trabajadores de los servicios y en las industrias directamente ligados al proceso de sojización” y “demonizar a la soja y sus productores no parecería ser un buen camino para solucionar los problemas que aparentemente se han encontrado”, agrega Reboratti.

En definitiva, ninguna crisis sanitaria, económica o política puede soslayar el hecho de que ha quedado claro, una vez más, la imperiosa necesidad de discutir inteligentemente una agenda ambiental realista, como prioridad para las naciones, las provincias y las localidades. Más aún, la encíclica papal Laudato Si, elaborada por Francisco, ha planteado llevar la “cuestión social” del Rerum Novarum de su antecesor en el trono de Pedro, León XIII, hacia la “cuestión socio-ambiental”, indicando especialmente la necesidad del cuidado de nuestra casa común. No es un dato menor o, al menos, no debería serlo.

Mauricio Yennerich

Fuentes:

  • “La destrucción de los ecosistemas y el coronavirus”, La Nación, p. 22, 05.04.2020.
  • Reboratti, Carlos (2010), “Un mar de soja: la nueva agricultura en Argentina y sus consecuencias”, Revista de Geografía Norte Grande, 45: 63-76.