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viernes, mayo 3, 2024
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Notas sobre la cuestión financiera local referidas al caso del Banco Municipal de Rosario

Según lo indicó el propio Contador Juan Carlos Mercier, desde su banca de diputado provincial, el “objetivo siempre fue privatizar” el Banco Provincial de Santa Fe (BPSF). En esa dirección habrán de consignarse las acciones de Carlos Alberto Reutemann y Jorge Obeid. Pero muy especialmente las del actual mandatario a cargo de la administración, Omar Perotti, quien ha coordinado, promovido y supervisado el proceso de privatización del banco de los santafesinos, caso que ha sido resonante a nivel nacional y no precisamente por su virtuosismo y transparencia.

La privatización del BPSF —valga la redundancia— privó al estado provincial de una institución estratégica para el desarrollo regional. Y este es el punto de la nota: ¿Qué implicancias territoriales locales tuvo el proceso de privatización del banco provincial? Para dar cuenta de ello, nos vamos a referir a un caso divergente, el del Banco Municipal de Rosario (BMR).

 

Historia y propósito del Banco Municipal de Rosario

Por iniciativa del intendente de Rosario, Floduardo Grandoli, hacia 1895 se comienza a discutir la creación de un banco municipal. La denominación de la época para los bancos a la escala que hemos considerado, fue la de un “Montepío”, es decir, un lugar en el cual, los sectores menos pudientes, podían empeñar bienes a cambio de préstamos con intereses del orden del 3% anual. “Entre los fondos que se aplican en el proyecto de un Montepío municipal —escribía en su nota al Concejo Deliberante— figuran los legados o donaciones, los filántropos, las personas dotadas de fortunas cuantiosas”. La idea de la fundación del banco era “extirpar, con fuerte acento en lo social, los centros encubiertos de usura”.

El proyecto original de creación del BMR ha tenido detracciones. El concejal Emilio Ortiz, el presidente del órgano legislativo, Gregorio Machain, la prensa local y el representante de los acreedores extranjeros, Edmund Robert, figuran entre tales oposiciones, a las cuales, el concejal Eudoro Díaz, fue debilitando al llamar la atención sobre la actitud confiscatoria del tesoro público municipal de los acreedores externos, actitud que, incluso Robert, el representante de los mismos, hubo de conceder verosimilitud.

En definitiva, las diferencias fueron saldadas con la sanción de la ordenanza “Carta Orgánica del Banco Municipal” del 1° de febrero de 1895. Ese mismo año, el intendente Alberto J. Paz, designó el primer directorio y en febrero de 1896 el banco abrió sus puertas al público.

 

Consolidación del BMR

Impulsado por el aluvión inmigratorio, el crecimiento comercial e industrial de Rosario, que pasó de tener poco más de 90.000 habitantes en 1896 a más de 200.000 en quince años, se reflejó en el afianzamiento del banco. Hacia 1912, de hecho, la entidad ya estaba autorizada a recibir, no sólo depósitos en Caja de Ahorro, sino en cuentas corrientes y plazos fijos. El otro gran impulso provino durante la primavera democrática en los años 80, con el cambio de sede y el diseño de una infraestructura dinámica y eficiente, capaz de competir con la banca privada y evitar los aspectos negativos con los que se suele confundir a la administración pública. Asimismo, las autoridades se abocaron a “fortalecer el sentimiento de pertenencia de los rosarinos, un valor que destaca a la institución”. En 1986, el Concejo Municipal de Rosario, reinstaló la figura del representante gremial. Cargo que ha salido de las filas del propio personal de la institución. Además, la nueva sede, inaugurada el 21 de noviembre de 1986 ha significado la concreción de un proyecto institucional y arquitectónico, de vanguardia.

En los años 90 el BMR transitó el proceso de privatizaciones al que se ha hecho referencia en el primer párrafo, “aferrado a la convicción de que debía mantenerse en la esfera de lo público, fiel a sus principios y a los fundamentos que le dieron origen” capitalizándolo con fondos provenientes de este sector y adecuándose a las nuevas reglamentaciones impuestas, en consecuencia “fue el único banco público del interior del país que mantuvo su doble carácter de entidad pública y local” y a partir de su relación virtuosa con la Municipalidad de Rosario, actualmente, ha ido adquiriendo otras funciones además de las recaudatorias, tales como las de proveer servicios financieros asociándose a sectores estratégicos como el del transporte público de pasajeros y a instituciones de prestigio como la Universidad Nacional de Rosario.

La escala local del sistema financiero: primera aproximación

En Esperanza y zona, las instituciones que han encarnado esa mediación entre “los ciudadanos de menores recursos” a los que ya se refería el intendente Grandoli en sus notas y el sistema financiero, han sido, en gran medida, las mutuales. Antes de las mutuales, en los años 90 y como parte del mismo proceso de privatización y financiarización de la economía, muchos empleados públicos y trabajadores de escasos recursos recordarán haber visto confiscados sus ingresos por las casas de préstamo a sola firma o “sólo con su DNI”.

La hipótesis que aquí se ofrece es que en el proceso de emergencia del mutualismo, si bien las mutuales recuperan el propósito de los bancos públicos de ocuparse de los menos pudientes y las pequeñas y medianas empresas, al estar desvinculadas de la estatalidad, de su estructura normativa y de su racionalidad procedimental, adquieren rasgos de precariedad institucional y agotan su impulso en la escala local. La referencia empírica sería la estructura de la Reserva Federal de los Estados Unidos y la posición desde la cual se afirma dicha hipótesis es histórica y sociológica, pues el dinero, o la “dineridad” para ser más exactos, que es lo que administran, no puede comprenderse cabalmente sin considerar el largo proceso en el que se han consolidado, por ejemplo, el oro, el euro, el dólar y los bancos, es decir, los medios, las medidas y las instituciones encargadas de los intercambios financieros.

Fuente de información:

  • Marcelo De Moya: 110 años del Banco Municipal de Rosario.

Mauricio Yennerich