Un viernes a las tarde, cuando todavía el solo iluminaba la ciudad de Esperanza. Puede pensarse que no es hora ni día para ir al cine. Menos para que usted entre y no haya una butaca libre. El Cine Max de Esperanza estaba completo. Había parejas llegadas desde Franck, Humboldt, San Jerónimo Norte y seguramente de otras localidades convecinas. Y muchos esperancinos.
Madre con sus dos hijas. Amigas y amigos. Un papá con su hija de 18. Matrimonios. Pibes y pibas así como alguna gente grande con los tradicionales baldes de pochoclo y la gaseosa grande.
Es muy común que, contagiados con el extranjerismo y el cholulismo, cuando no la cultura ajena, se diga: “A mi el cine argentino no me gusta”. Esa forma tan natural que tenemos los argentinos de ponernos la traba o autodespreciarnos, con la idea mágica de que así no estaremos en esa manada de analfabetos y personas de mal gusto, y de esta manera subir un escalón más en la especie humana, bien lejos de la “gronchada”.
El cine, como todas las artes, es de calidad, de medio pelo o malo. No tiene adjetivo por países, razas ni culturas. Y la película “El Robo del Siglo”, con Guillermo Francella y otros actores argentinos de enorme calidad, es una película brillante, sólo por éso, porque es una magnifica obra de arte. Y para más tenemos el orgullo de que es nuestra. Es cine argentino.
Y encima más barato que en numerosos cines de por acá cerca no más. El horario de las 20,30 hasta las 22,10- también se repite a las 22,30- sirvió además para que, todas esas gratas visitas llegadas de otras poblaciones, puedan luego cenar en Esperanza, en los numerosos, variados y exquisitos comedores que tiene la ciudad.
Si le gusta el cine y salir un rato para sacarse de encima el estrés, no diga después que no le avisamos. La entrada cuesta 250 pesos. Parafraseando a un ex ministro de economía, sería una media pizza.
Daniel Frank