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viernes, mayo 3, 2024
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CAROTA: “El dueño del reloj”

“Me tomé esta cuarentena para pensar bien una decisión que había tomado al principio de año, después de 39 años dejo mi función de oficial de mesa en los partidos de básquet. Quiero agradecer a los dos clubes de Esperanza por confiar en mí, sobre todo al club Alma Jrs. que me dio la oportunidad de comenzar en esta profesión en la que coseché muchas amistades y conocí muchos clubes en todo el país. Muchas gracias y bendiciones para todos.”, así se expresaba a través de las redes sociales, Sergio René Rohrmann, o simplemente “Carota”.

La historia se remonta a 1982, un año muy especial para los argentinos y del mismo modo sería para el querido “Cate” como también lo apodaban. Por entonces los clubes de nuestra ciudad comenzaban a transitar su camino por los torneos de la Asociación Santafesina de Básquetbol, -hasta allí pertenecían a la Asociación Esperancina- pero ante la falta de competencia, tanto Almagro como Alma Juniors decidieron sumarse en forma simultánea al certamen de la capital provincial.
Adaptarse a la actividad constante como posee la A.S.B., implicaba no sólo tener categorías para competir sino también disponer en cada ocasión donde debía ser local, conformar la “mesa de control”, constituida por planillero y relojero y en este segundo ítem, comenzó su actividad “Carota”.
Inferiores los sábados, albergando cuatro partidos y en la semana juveniles y primera, eran las citas en las cuales Sergio se disponía a cumplir con su misión que poco a poco fue amando y aprendiendo.
La llegada de la Liga Nacional fue un cimbronazo para todo el básquetbol argentino y no sólo para los jugadores sino también para quienes forman parte del espectáculo (llámese oficiales de mesa como pasaron a denominarse los anteriores planilleros y relojeros). Cursos a nivel provincial y nacional fueron requeridos para cumplir con su trabajo de manera responsable y “Carota” se tomó muy en serio esa responsabilidad.
Sus inicios fueron en el club Alma Juniors pero con el correr de los años y ante la necesidad, fue requerido cada vez con mayor frecuencia por Almagro para convertirse en “relojero” de ambos clubes.
Cuando los equipos de nuestra ciudad eran anfitriones, Sergio oficiaba como relojero y cuando eran visitantes (especialmente cuando lo era Alma Juniors) viajaba junto a la delegación para cumplir la función de planillero.
Gracias al básquetbol y a su tarea recorrió gran parte de la geografía argentina, donde vivió momentos que quedarán imborrables en su memoria, en su mayoría alegres pero también vivenció la otra cara de la moneda cuando se encontraba en la provincia de Chaco junto a la delegación de Alma y recibió la triste noticia del repentino fallecimiento de su madre, debiendo regresar inmediatamente a nuestra ciudad.
La pérdida de gran parte de la mano derecha en un accidente laboral, no fue impedimento para llevar adelante su función; incluso fue motivo de anécdotas realizadas con el mayor respeto, las cuales siempre las aceptó gracias a su forma de ser, una persona de bien.
El paso de los años y una enfermedad que requiere mucho cuidado y horas de dedicación, fueron haciendo mella en su accionar diario, por ello y con el deber cumplido de tantos años, decidió dar por finalizada su tarea en las canchas.
Atrás quedan cuatro décadas de grandes acontecimientos, infinidad de jugadores, técnicos, árbitros, oficiales de mesa, comisionados técnicos y mucha gente vinculada a este deporte pasaron y pasan junto a él; y ahora es el momento de tomar la decisión de “hacer sonar la chicharra y determinar el final del partido”.
Seguramente no será el final para Sergio en las canchas, sino simplemente haber sentido que era el momento de dar un paso al costado luego de toda una vida junto a esta hermosa actividad.
Gracias “Carota” por todo lo que le diste al básquetbol, el deporte y quienes te conocen, así deberían reconocerlo.