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miércoles, abril 24, 2024
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El conocimiento se transmite pero la pasión es la que enseña

Don Rubén Ignacio Mehring es una de esas muestras maravillosas de ser humano que la vida suele dar de tanto en tanto.
En su taller de calle Crespo 1633, en la zona centro de Esperanza, a los 92 años trabaja en el torno para reparar un motor. De puro gaucho y para un amigo, porque está jubilado desde hace 32 años.
En el taller todo reluce de manera ordenada. No hay un papelito en el piso ni un gramo de polvo en el taller.

ARTES Y OFICIOS
“La escuela de Artes y Oficios nos enseñó el orden, el respeto, la responsabilidad y el trabajo en equipo. La importancia de estudiar y el orgullo de saber. Y que cuando una cosa no sale, hay que hacerlo de nuevo corrigiendo los errores, a persistir en el empeño por hacer las cosas bien”.
Con una memoria exquisita a los 92 años nos cuenta que los profesores hace casi 80 años -ingresó a los 14 años a la escuela media- eran el director Atilio Grattarola que era además profesor de física y química; el secretario Atilio Dumortier; el profesor Beaugé, Horacio Gay, el técnico electricista Juan Vohringer; Bernardino Palavecino que era maestro en carpintería; Conforte y Mario Gay así como el profesor Denner.
“Teníamos en el año de estudio tres meses de carpintería, otros tres de tornería, y tres meses de hojalatería y herrería. Éramos todos varones -las mujeres ingresaron a partir del año 1975. En el año 1945 había 89 alumnos cursando, mientras que 12 nos recibimos en el curso en cuarto año” nos cuenta. Y entre los egresados estaban Debiaggi, “Toto” y “Pipi” Nessier, dos hermanos de la localidad de Franck; Díaz, Copponi y Collomb, entre otros.
En el año 1945 se recibieron 5 carpinteros y 7 mecánicos, uno de ellos era el joven Mehring.
Rubén recuerda con cariño su infancia, cuando su padre era contratista rural por lo que deambuló por la zona cambiando de escuelas. Por entonces comenzó su escolaridad a los 7 años en la Escuela del Barrio La Orilla en primero inferior; luego en el Colegio San José primero superior; el 2do y 3er año en la escuela rural del paraje San Wendelino en zona de San Jerónimo Norte; y 4to y 5to en la Escuela Nº 315 Aarón Castellanos en el barrio sur de Esperanza.
Llegaron los 14 años y su padre le compró una bicicleta. Así, desde la zona del cementerio pedaleaba hasta el centro de la ciudad con inviernos rigurosos y calores terribles porque ingresó a la escuela de Artes y Oficios donde no hacía menos frío y te mataba el calor tanto como en la calle.
Ya entonces estaba estabilizado dado que su padre Enrique Antonio Mehring, casado con Emilia Clotilde Exner ingresó como ayudante del hijo de Ricardo Morandín, que era jefe del cementerio de Esperanza abandonando la familia Mehring las tareas rurales.
Cuando egresó de la Escuela Media, Rubén comenzó a trabajar con una persona que fue uno de los grandes transformadores de la industria esperancina, Juan Alesso, poseedor de uno de los talleres más renombrados en la historia de Esperanza.
Un día en la Escuela llamaron a los egresados porque de la Fábrica de Aviones de Córdoba venían a buscar personal calificado; hizo la prueba y luego de aprobarla fue a trabajar a Córdoba. Pero estuvo siete meses apenas. “Yo era tornero. Y me pusieron en una máquina a hacer tuerquitas. Y hacer tuerquitas no era lo mío, entonces me volví”.
Las familias Hessel y Müller tenían una fundición, mecánica, tornería y reparaciones y fue a trabajar con ellos hasta que a los 20 se incorporó al servicio militar.

LA FAMILIA
“Si algo pude enseñarle a mis hijos, tal vez sea lo que aprendí en la escuela, la pasión por el oficio que elijas y el trabajo” confiesa con una sonrisa feliz Rubén Mehring, quien está casado con Irma Romera y tiene cuatro hijos.
Sergio, que egresó del Colegio San José, es bioquímico recibido en la UNL, es militar retirado y se jubiló como jefe de laboratorio del Hospital Militar de Buenos Aires además de haber sido profesor de la Universidad Kennedy.
Omar es trabajador de la Empresa Provincial de la Energía.
Judit, egresada como docente en el Colegio Nuestra Señora del Huerto, iba en colectivo hasta Campo Crespo y un padre de uno de sus alumnos le dejaba una bicicleta que montaba y bicicleteando los kms. necesarios llegaba todos los días a la humilde escuela rural donde trabajaba. Ella se jubiló como vicedirectora de la Escuela 2030 “Surcos de Esperanza”. El cuarto hijo, Marcelo es el único hijo egresado de la EETP 455 y trabaja en una empresa de energía en el sur argentino, en la provincia de Neuquén.
“A los hijos los educamos en la libertad, que eligieran lo que querían ser, porque para ser feliz se necesita estudiar lo que te gusta y trabajar en lo que te satisface” expresa.

LA ESCUELA
ES EL MOTOR
“De la escuela industrial salieron excelentes profesionales, muy capacitados, que están por todas las provincias del país. Me viene a la memoria, por ejemplo, un esperancino de apellido Bolzico, que tiene un taller bien grande en la Ciudad de Buenos Aires” acota.
Sobre el resto de su historia narra que, una vez cumplido el servicio militar en el Cuerpo de Artillería liviana en la ciudad de Diamante, Entre Ríos, egresó como Cabo 1ro y en la primera baja retornó a Esperanza.
Trabaja al regreso en la Fundición de los Hessel -hacían las famosas cocinas a leña entre múltiples tareas- donde había dos tornos hasta que llega el tiempo que pasa a ser la TIME, con toda la maquinaria nueva. Por entonces era jefe de taller un conocido: Juan Alesso. Entre 1969 y 1975 es encargado general de la TIME; luego se va a trabajar a Meiners con el ingeniero Schneider hasta que en marzo de 1976 compra su torno, sus herramientas y se instala con empresa propia hasta que se jubila a los 60 años. En 2017 le da de baja; allí trabajó para las más importantes firmas de la ciudad como Meiners, Natufarma y Glutal, por citar tres ejemplos.
No se olvida que también fue socio de los Pilatti y Demonte, entre otros, cuando compraron el Cine Mayo, en la esquina de Sarmiento y Aarón Castellanos; y siendo parte del Cine Castellanos, que funcionaba donde hoy es el salón parroquial de la Basílica.
“¿Qué me dio la escuela? Un orden de vida, pasión por el conocimiento y el trabajo, aprender a ser parte de un equipo y a persistir cuando las cosas no salen hasta que salgan bien. Me enseñó respeto y a ser riguroso a partir de la pasión que uno pone en su trabajo”.
Es imposible no citar un detalle. Rubén Mehring tuvo 9 hermanos. Uno de ellos fue Gerardo Mehring. Un empresario que comenzó con Gerardo Bodrone en la carpintería. Mehring fue un dirigente y empresario del sector industrial maderero que generó una verdadera revolución industrial mueblera que hizo de Esperanza, la Ciudad del Mueble. Desgraciamente, Gerardo Mehring falleció cuando tenía 63 años y tanto por dar y enseñar.
Otro de sus hermanos es el sacerdote Raúl Mehring, de 88 años, que reside en Buenos Aires; pertenece a la Congregación Padre Claret y fue tres veces superior provincial. Estuvo en Roma con Juan XXIII, en pleno cambio conciliar de la Iglesia Católica.
Si hay que citar el tema religioso, no se puede dejar de lado un hecho particular en cuanto a la EETP 455 y es que, de allí surgió un número importante de sacerdotes católicos -de hecho el padre Javier González Grenón, párroco en Esperanza de la Parroquia de la Inmaculada Concepción es egresado de esta escuela- y también de pastores protestantes, siendo una escuela de enseñanza laica.

“ME TENGO QUE IR”
Ya “se hizo” casi mediodía. Rubén Mehring de pronto, con una agilidad envidiable, se levanta de la silla. Mira el reloj preocupado, se disculpa con su nieta (una de las 11, cuenta además con 8 bisnietos y uno en camino), Tania María Giussani y el secretario de la EETP 455, Néstor Müller, porque tiene que llegar hasta la casa de repuestos de Ives Mainardi.
Es entonces que, tras el tradicional saludo Covid 19 toma la bicicleta, la lleva a la par hasta salir a la calle, y tras montarla, comienza el pedaleo hasta el comercio de la familia Mainardi para conseguir el repuesto que precisa para así reparar el motor del amigo y vecino.