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viernes, abril 26, 2024
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El espíritu también se enferma

Cada enfermedad, además de estar vinculada a los órganos, es la manifestación del estado emocional.

 

¿Por qué una persona siente en el cuerpo cuando pierde un trabajo, un partido de fútbol o a alguien importante como su pareja o un progenitor? Para Caroline Myss, autora del best seller ‘Anatomía del espíritu’, la razón es sencilla: porque ese algo o alguien era su símbolo de poder, de identidad.

Según esta periodista y doctora en teología, cada persona tiene un símbolo de poder: para unos es el dinero, para otros el trabajo, el sexo, la belleza, los títulos o las relaciones con personas influyentes.

El problema comienza cuando su vida gira en torno a ese símbolo al punto de olvidarse de su propio poder personal. Corre el riesgo de que cuando lo pierda o se debilite, se desplome física, emocional y espiritualmente.

En su libro expone variedad de casos como el del dentista que enfermó de cáncer de páncreas cuando empezó a despreciar su trabajo. Ya no le gustaba, pero fue incapaz de cambiar de ocupación por el miedo a desestabilizar a las personas que dependían económicamente de él. Vivía angustiado y frustrado. Pensó en todos, menos en él. Su sistema biológico se debilitó y a los pocos meses de ser operado, murió.

Para la medicina energética, que es una filosofía holística, el cuerpo contiene toda nuestra historia y todos los acontecimientos y relaciones de nuestra vida. Los apegos y la energía negativa de otras personas agotan la propia y los pensamientos que cada individuo tiene, sean positivos o negativos, viajan por el organismo biológico y activan una reacción fisiológica. Es más, ciertos “pensamientos son como descargas intensas que producen una reacción en todo el cuerpo”, precisa la autora.

Por eso, mientras un pensamiento amoroso puede relajar, uno de miedo activa los sistemas corporales, acelera el ritmo cardiaco, tensa el estómago y puede provocar hasta sudor.

Myss insiste en que la biografía de una persona se convierte en su biología y, por eso hasta cierto punto, cada quien participa en la creación de la enfermedad que lo agobia. Esta “se desarrolla a consecuencia de pensamientos o actitudes que solo entendemos que son biológicamente tóxicos cuando ya se han convertido en tóxicos”, advierte. Y por eso solo hasta cuando la enfermedad nos obliga a revisar nuestras actitudes se comprende cómo, por ejemplo, el temor o la amargura, son “sustancias biológicamente tóxicas”.

Pero para que se geste una enfermedad es preciso que las emociones negativas sean dominantes y permitir que estas afecten la conciencia. Myss ha constatado que quienes tienen enfermedades sanguíneas viven conflictos fuertes con su familia, los que sufren dolores en la parte inferior de la espalda han soportado constantes problemas económicos y quienes padecen dolencias cardiacas han tenido experiencias que las llevaron a cerrarse al amor o la intimidad.

Es decir, “las experiencias positivas y negativas dejan registrado un recuerdo en el tejido celular y en el campo energético”, explica. Y no es una teoría nueva. La neurobióloga Candance Pert, demostró que los neuropéptidos (sustancias químicas activadas por las emociones), son pensamientos convertidos en materia. Según Myss, “las emociones residen físicamente en el cuerpo y se interrelacionan con las células y tejidos” y el cuerpo termina por manifestar lo que el espíritu vive, por eso termina ‘leyéndose’ en los distintos órganos como si fuera un escrito.

Si bien la medicina energética no es nueva y guarda similitud con prácticas antiguas que van desde la medicina china hasta las chamánicas indígenas y las terapias alternativas, de acuerdo con la forma cómo se utilice puede ayudar a sanar espiritualmente junto con los tratamientos contemporáneos.

Según la experta, los científicos aceptan que el cuerpo humano genera electricidad porque el tejido vivo genera energía y el campo energético de cualquier persona refleja la energía emocional que se crea con todas sus experiencias como las relaciones personales y profesionales, traumas y recuerdos profundos, hábitos, actitudes y creencias.

Ninguna enfermedad se desarrolla al azar. Todo lo contrario. “Es una manera en que el cuerpo nos habla, y nos dice que algo de nuestra vida hay que arreglarlo, mejorarlo, atenderlo”, explica Íngrid Gómez, psicóloga espiritual y seguidora del trabajo de Myss.

De acuerdo con Gómez, las enfermedades tienen comienzo, en un alto porcentaje, en los conflictos emocionales no resueltos y el cuerpo exterioriza los conflictos internos de la psiquis. “Cuando alguien vive una situación de crisis o problema que no le ve solución fácil y no lo expresa de manera adecuada, se generará una carga energética que se dirigirá a determinado lugar del cuerpo. Por ejemplo, el reflujo puede comprenderse como una situación o noticia que ‘cuesta tragar’”, explica.

Christian Mesa, experto en desprogramación biológica, agrega que “la medicina tradicional contempla el síntoma de la enfermedad y su alivio, pero no la trata desde su raíz: qué origina realmente el malestar, cómo se siente emocional y psíquicamente la persona y cómo puede cambiar esa situación”.

Para este maestro espiritual de la tradición budista Mahajarya, tal como lo expresa Caroline Myss en su libro, es clave cómo se asume la enfermedad, si desde el victimismo o como una invitación para aprender a conocerse a sí mismo y recuperar su poder personal.

Autora: FLOR NADYNE MILLÁN