En la ciudad “pasan cosas” y a veces son tan en silencio que cuesta encontrarlas. Sobre todo cuando son hechos llenos de luz y bondad, a diferencia de las noticias malas que resultan muy fáciles de encontrar.
Mirar a través de la ventana de la vida, que se llena de bendiciones cuando aparecen estos “seres de luz” es muy importante. Son corazones que brillan en la noche, aún la más oscura.
Charlar en la casa de Adelayda Lía Pelinni de Missio, nacida en Santa Fe pero más esperancina que la torta alemana, es un placer. Compañera del “Fino” Missio, cantor de tangos sin igual y jefe de la Unidad Regional XI en sus tiempos más mozos, hoy fallecido, pero siempre recordado con cariño.
Y mucho más si se suma María del Carmen Erni, “la Nené” como la llaman en las instituciones que colabora y entre sus seres queridos.
Las dos tienen una particularidad, eran parte integral de la comunidad educativa del Colegio de las Hermanas Nuestra Señora del Huerto, más que centenario hoy y que es parte de la historia viva de la ciudad de Esperanza.
De los tiempos de un aula por maestra, cuando aún florecía el jardín de las hermanas, de los días en que se dio inicio el secundario de manera humilde.
Cuando la fraternidad fue ganando las almas, el corazón de maestras y hermanas vivían cerquita y se ponían espalda contra espalda para ver con enorme alegría como estaban construyendo el futuro educativo de miles de alumnos y alumnas y llenando sus hogares del amor de Nuestra Señora del Huerto.
De cuando eran un puñadito edificando aulas, amor a Dios, ciudad y patria.
Y entre los nombres surge nítido uno muy querido, el de Pilar Inés Revello de Tschop. Una docente y mujer valorada y respetada por todos, que hizo de su vida un acto de amor al prójimo.
Pero los tiempos fueron pasando, las generaciones cambiando hasta que llegó la jubilación. ¿Y ahora? se preguntó Adelaida mientras dejaba el Colegio de las Hermanas y toda su vida allí adentro. Eran 39 años entregados en vida. Se iba despacio, con el alma en la mano y dejaba su corazón entre los gruesos muros del Colegio. Toda una vida cuidada bajo el manto de la Virgen María.
Entonces decidió crear la Hermandad. Porque entendió que no le iba a pasar a ella sola. Que iban a venir más como ella. Y con el tiempo incluso los hombres, maestros como “Topito” Klein y Jorge Magull, el conocido periodista esperancino.
Entonces, bajo la batuta creadora de Adelayda Missio, más conocida popularmente como “Porota”, se han unido para emprender vidas y causas comunes en apoyo mutuo todos los jubilados y las jubiladas del Colegio Nuestra Señora del Huerto.
“Es una forma de compartir la vida. De conocer nuestros sufrimientos y apoyarnos, de estar cerca para sostenernos en la vida. No hicimos un club para hacer reuniones, papeles, tener autoridades. Hicimos una hermandad bajo el amparo de Nuestra Señora del Huerto.
Así festejamos los cumpleaños dos veces al año. En Junio y en Diciembre. Y organizamos fiestas divertidas” cuentan y se ven fotos muy graciosas donde está “Porota” vestida de vaca Aberdeen Nangus y otras son unas Holando Argentino de fuste. Ellas se ríen con ganas, mientras degustan unas masitas hechas por “Porota”.
Se suman las fiestas con todas vestidas de reinas.
Sin reuniones, ni pagos de cuotas, ni autoridades, son parte de un grupo de wassap de AJJO, es decir la Asociación de Jovatos y Jovatas, Jubilados y Jubiladas, Ocupados y Ocupadas” del Colegio Nuestra Señora del Huerto. Se suman los encuentros en una confitería céntrica con el “Desayuno de No Trabajo” en coincidencia con el inicio de clases. La principal motivación que tienen es el amor entre ellos y ellas y el apoyarse mutuamente en la vida.
AJJO nació el 3 de noviembre de 1994. La creación del grupo se llamó “Asociación de Jovatas Jubiladas Ocupadas” porque eran solamente mujeres en ese entonces. Tienen un acta fundacional, la canción propia de la Hermandad con la letra de “Porota” y ahora, han creado AJJITO, que son las nuevas maestras jubiladas.
Son decenas y están organizadas para vivir en hermandad.
Ella y ellos tienen primero y ante que todos, el hombro donde apoyarse para llorar o el abrazo donde hacerse fuerte, siempre bajo el amparo de Nuestra Señora del Huerto.