Temporada de incendios y alto nivel de irresponsabilidad comunitaria convierten al trabajo de los bomberos en un infierno diario.
Un infierno. En eso se ha convertido la vida de los bomberos voluntarios de Esperanza y de la Región en los últimos días, y si no se para con encender fuegos de manera irresponsable nada va a evitar que en algún momento suceda una tragedia donde haya que lamentar bienes y vidas.
La vida de los bomberos de Esperanza es una locura. Cinco incendios el viernes de Navidad, cuatro incendios el sábado, tres incendios el domingo y seis incendios el lunes.
Los fuegos son provocados por la mano humana, tanto en las zonas rurales como en las urbanas.
Se evita así la mano de obra, porque el fuego trabaja gratis. Pero con un problema, quema lo propio y lo ajeno. Y se convierte, en días con estas temperaturas en una amenaza dantesca. Y si hay viento, es mucho peor.
Un caso sería hilarante, sino fuera tan grave. En la zona del extremo norte de la ciudad, por Moreno, había ramas apiladas. Unos pibes encendieron las mismas y quemaban cables para sacarle el plomo y el cobre. El fuego se “disparó” y fueron los bomberos quienes lograron apagarlo con gran esfuerzo. Entonces como se habían quemado tres pilas de las cuatro existentes, curados en salud, los bomberos le prenideron fuego a la cuarta y la controlaron hasta que se consumieran las ramas, para no tener que volver una vez más.
Asimismo, hay incendios en localidades de la zona como en Empalme San Carlos donde fueron unidades de Esperanza y Franck.
En un tremendo incendio en Laguna Paiva fueron unidades de Humboldt, Esperanza, Progreso, y San Jerónimo Norte entre otras.
Para más, ayer se quemaron dos casas en la zona de la ruta que va desde Santa Fe a Paraná porque no hay más unidades ni bomberos, dado que estaban todos ocupados apagando incendios en la región y también en las islas de la zona.
La realidad es que no alcanzan las unidades y los bomberos están agotados, más los gastos enormes en materia de combustible.
Los que saben del tema dice que se necesita una lluvia general de unos 100 milímetros para aplacar las temperaturas de alerta amarilla que hay en gran parte del país y en Santa Fe.
Aunque en gran medida ayudaría que tanto en el campo como en las zonas urbanas, no se prenda más fuego, que es la verdadera causa de los incendios. La respuesta “a mi no me pasó nunca” no sirve, porque eso se rompe cuando te pasa, y perjudicás a tus vecinos poniendo en riesgo vidas y bienes propios y ajenos.
Es tan grave la situación, que en los cuarteles de la provincia los bomberos están pensando en cargar mochilas con agua y trasladarse en rodados particulares, porque las unidades móviles ya no alcanzan para apagar la cantidad y la extensión de los incendios especialmente en las zonas rurales, más si están en cercanías de casas y poblado.
Daniel Frank