Por el debate, que se desarrolló a puertas cerradas por orden del juez Nicolás Falkenberg, pasaron en total 18 testigos que fueron convocados, 15 de ellos por los fiscales Alejandro Benítez de la Fiscalía del departamento Las Colonias y Celeste Minitti del área de Violencia de Género, Familiar y Sexual.

El cierre del juicio concluyó con una particular situación ya que hoy miércoles, cuando debían pasar tres testigos propuestos por la defensa, se acercaron a la sala de audiencia otras dos personas que pidieron ser escuchadas por el tribunal. Sin embargo, ninguna de las dos formaba parte de la lista de testigos que supo ser consensuada en la audiencia preliminar previo al juicio.

La anómala situación fue planteada por la defensa del médico, a cargo de Raúl Ochoa Gómez, pero fue rechazada por el tribunal ya que, según indicaron fuentes judiciales al medio Aire de Santa Fe, el defensor no acreditó elementos que llevarían a escuchar, como prueba nueva, a los nuevos testigos.

El rechazo también fue de parte de los fiscales que cuestionaron la defensa de Marchisio al argumentar que la defensa hacía tiempo tenía conocimiento de esos testigos y no lo propuso cuando debía hacerlo.
Para mañana jueves, está previsto que se lleven a cabo los alegatos de cierre del juicio, en donde los fiscales Benítez y Minitti pedirán que se condene al médico a la pena de 8 años de prisión efectiva, e inhabilitación para el ejercicio de la medicina, por la autoría de dos hechos de abuso sexual gravemente ultrajante en perjuicio de dos adolescentes de 15 y 16 años a las que atendió en una consulta. Mientras que la defensa irá por la inocencia Marchisio, tal como sostuvo desde el inicio de la investigación.

La causa

Marchisio fue denunciado en marzo de 2020, cuando se desempeñaba como médico generalista en el CAM de San Jerónimo Norte, puesto que ocupaba desde el 2001. La denuncia alertaba dos posibles hechos de abuso sexual a dos pacientes de 15 y 16 años: uno habría ocurrido en el mes de diciembre de 2019 y el otro un mes antes, en noviembre.

La investigación fue llevada adelante por el MPA de Las Colonias, con colaboración de la Unidad de Violencia de Género de Santa Fe. La evidencia reunida en la investigación permitió sostener la acusación al profesional, quien llega al juicio en prisión preventiva.

En uno de los casos investigados, la menor debió ser hospitalizada por un aparente cuadro de ebriedad; durante el día, a fines de diciembre de 2019, había estado en una quinta pasando el día con una amiga, su novio y la mamá de éste. Habían estado en la pileta y bebido cerveza. Cuando la chica se desvaneció llamaron a una ambulancia y en el CAM fue recibida por una enfermera y el médico, donde le realizaron las primeras atenciones y debió recibir suero y oxígeno.

La joven estuvo acompañada en el centro de salud por su madre y por su novio, quienes aguardaban en la sala de espera. Cuando el médico terminó de atenderla, ambos ingresaron a ver a la chica y ella les contó lo ocurrido: Primero a su novio, al oído, y luego a su mamá. Esto motivó que la mujer increpe al profesional frente a una de las enfermeras. El hombre, por supuesto, negó la ocurrencia del hecho.
Pero eso no fue todo. Al poco tiempo la adolescente volvió a contar lo que le pasó: a la mamá de su novio y al equipo de Niñez de la municipalidad local. En todos los casos, el relato fue invariable.

En la audiencia de prisión preventiva los fiscales explicaron que la chica y el grupo familiar ya estaban siendo asistidos por el equipo de Niñez, a raíz de algunos inconvenientes que expusieron las autoridades escolares.

La adolescente padecía desvanecimientos y convulsiones cuyo origen no se ha determinado, e incluso algunos adultos de su círculo lo tomaban como “simulacros”.

El segundo caso denunciado tiene varios puntos en común con el anterior: la víctima también tiene 16 años y era habitual que deba ser atendida en el CAM. En su caso, la chica presenta “crisis subjetivas” originadas en un hecho anterior, le cuesta establecer vínculos sociales y tenía una mala convivencia con su mamá, por lo que se mudó con una hermana mayor.

Fue a su hermana a quien le pudo hacer una breve referencia de algo que “la incomodó” en la atención recibida por el médico. En un primer momento esta joven, por su estado anímico, no pudo relatar con tanto detalle como la víctima anterior, que sí logró brindar en la entrevista en Cámara Gesell.

En las historias clínicas secuestradas consta que los médicos que las atendían en cada caso era quien se encontraba de guardia en ese momento, por lo que tampoco conocían el nombre del profesional. Las dos chicas, al momento de decir quién fue el agresor, realizaron una descripción física del profesional: un hombre grande, de baja estatura y calvo. Es decir, no surge de la investigación que pueda existir animosidad por parte de las dos jóvenes contra el profesional.