La ley de derecho de acceso a archivos para conocer la identidad biológica o de origen hasta hoy se promulgó en febrero de este año. La cantidad de personas que dudan de su origen y recurren al Area de Identidad de la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe está cerca de duplicarse: en octubre del año pasado, eran 140 personas; hoy, son más de 250 casos de apropiaciones o adopciones no vinculadas a la última dictadura cívico-militar.
“Yo llevaba una mochila, una carga en la vida y no sabía qué era. Es como una pieza del rompecabezas que está, pero no sabés dónde”, grafica Leandro Ceballos, quien fue Julio David Ortiz en su primer año y medio de vida.
El hombre, de 34 años, siempre supo que era adoptado. Y asevera que sus padres adoptivos, con los que vivió en la ciudad de San Carlos Centro, en el departamento Las Colonias, nunca le ocultaron esa condición. En 2005 y tras casarse con la madre de su único hijo, “la rebeldía” llevó a Leandro a realizar la primera averiguación. Los resultados no fueron los esperados: “Mis viejos me contaron que estuve en Casa Cuna. Fui, pero no conseguí ninguna respuesta. Medio que me frustré, lo puse abajo de la alfombra y dije «listo»”.
A principios de 2010, su separación matrimonial y el viaje hacia Rosario para “probar suerte” abrieron el cofre de la búsqueda que, latente, siempre estuvo dentro de Leandro: nuevo contacto con Casa Cuna, otra respuesta negativa y el asunto volvió debajo de la alfombra. El padre adoptivo de Leandro falleció en enero de 2017. Eso, para el hombre que trabaja en la expedición de la imprenta de La Capital, fue el puntapié de una tercera búsqueda de sus orígenes que, al fin, resultaría exitosa. (Fuente: La Capital de Rosario).