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martes, abril 30, 2024
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Primer Te Deum Ecuménico para la historia argentina

“Ante ésto, todo lo que afecta a los valores sociales y a la vida íntegra de cada argentino, es un atentado a este “hacer patria”. Siendo un país bendecido por Dios, no debemos olvidar que es un bien compartido y no sólo para algunos pocos, quienes tratan de apropiarse de los recursos y de la dignidad de sus habitantes. Es inaceptable y escandaloso frente a tanta riqueza, la pobreza de muchos compatriotas. Es vergonzoso la mala distribución de la riqueza, la usura y la especulación financiera que tanto sufrimiento trae a nuestra gente dejando muy en claro que a pesar de que somos un país cristianamente evangelizado, nuestro comportamiento moral refleja lo contrario. Hoy frente a tantas necesidades es indispensable una conducta sobria, austera, responsable, comprometida con espíritu de servicio. Es fundamentalmente educar para una conversión ciudadana y cristiana”.

Esperanza vivió el acto conmemorativo del 208º Aniversario del Primer Gobierno Patrio, comenzando con la celebración del solemne Te Deum, en la Basílica Natividad de la Santísima Virgen, que como característica central tuvo el ser el Primer Te Deum Ecuménico.
Así por iniciativa del Párroco de Basílica Natividad de la Santísima Virgen, Padre Axel Arguinchona fue su par de la Iglesia Protestante, Jorge Buschiazzo, invitado a compartir la ceremonia que marca un hito en la historia de la ciudad fue quien expuso sus palabras de reflexión.
“Todo lo creado por Dios es Bueno y nada ha que deba escucharse, si se recibe con acciones de gracias” dijo el Pastor revalorando las palabras de Timoteo bíblico.
“Queridos hermanos en Cristo Jesús, hoy estamos reunidos en este hermoso templo, casa de oración, casa de Dios, para celebrar y agradecer a nuestro Padre por un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo.
Y lo hacemos con plena convicción de que la Patria “es un regalo de Dios, un don de amor que estamos llamados a cuidar y a desarrollar por el presente y futuro de nuestro pueblo.
Amar a la patria, nuestra casa común no es una opción, sino un deber, un mandato divino, y trabajar por el bien común de nuestra Argentina es el más alto ejercicio de caridad, ya que une dos amores en uno: el amor a Dios y el amor al semejante.
Sin duda, que este bien común “exige de nosotros dejar de lado actitudes que ponen en primer lugar las ventajas que cada uno puede obtener, porque impulsa a la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el bien propio.
Ya la constitución dice que todos los que habitan el suelo argentino tienen derecho a gozar de condiciones equitativas de vida social.
De aquí surge, que la responsabilidad de edificar el bien común compete en primer lugar al Estado, porque es la razón de ser de la autoridad política.
El Estado, en efecto, debe garantizar cohesión, unidad y organización a la sociedad civil de la que es expresión.
La persona concreta, la familia, los cuerpos intermedios, no están en condiciones de alcanzar por sí mismos su pleno desarrollo; de ahí deriva la necesidad de las instituciones políticas, cuya finalidad es hacer accesibles a las personas los bienes necesarios-materiales, culturales, morales, espirituales- para gozar de una vida auténticamente humana.
Las acciones que exige la construcción del bien común son, ante todo, el compromiso por vida en su sentido más amplio, la paz social, la correcta organización de los poderes del Estado, un sólido ordenamiento jurídico, la salvaguardia del medio ambiente y la prestación de los servicios esenciales para las personas.
No olvidemos que algunos de estos servicios son, al mismo tiempo, derechos humanos: como lo son el trabajo, la vivienda, la alimentación, la educación y la salud.
Por ello, hermanos en Cristo, hacer patria significa amar todo lo que es patrio: su historia, sus tradiciones, sus lenguas y su misma configuración geográfica.
Pero por encima de todo ésto, hacer patria significa amar a nuestros compatriotas, a nuestro pueblo, a nuestra gente, a nuestros semejantes.
Ante ésto, todo lo que afecta a los valores sociales y a la vida íntegra de cada argentino, es un atentado a este “hacer patria”.
Ciertamente, siendo un país bendecido ricamente por Dios, no debemos olvidar que es un bien compartido y no sólo para algunos pocos, quienes tratan de apropiarse de los recursos y de la dignidad de sus habitantes.
Es inaceptable y escandaloso frente a tanta riqueza, la pobreza de muchos compatriotas. Es vergonzoso la mala distribución de la riqueza, la usura y la especulación financiera que tanto sufrimiento trae a nuestra gente dejando muy en claro que a pesar de que somos un país cristianamente evangelizado, nuestro comportamiento moral refleja lo contrario.
Hoy frente a tantas necesidades es indispensable una conducta sobria, austera, responsable, comprometida con espíritu de servicio.
Es fundamentalmente educar para una verdadera conversión ciudadana y cristiana.
Es en la familia donde “se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida. Los valores religiosos y morales, el respeto por el ecosistema y la protección de todas las criaturas.
Esto debe ser nuestro compromiso con las generaciones y futuras. El cuidado de la casa común. Nuestra Argentina ha de continuar viva y hermosa para los que estamos, pero especialmente para los que vienen detrás de nosotros. Amén.

Dos pastores cristianamente incorrectos, gracias a Dios

El Pastor Jorge y el Padre Axel. Uno entrerriano y el otro santafesino de la capital.
Rompieron casi todos los protocolos. Primero, hicieron un Te Deum juntos, con la presencia del Pastor en una Basílica Católica. Uno lo llamó y el otro fue. Doble mérito que ilumina el camino a los que están y a los que vienen.
Segundo, esperaron juntos y a la misma altura a todos los fieles a las puertas del templo católico.
Tercero, se sentaron juntos y a la misma altura al frente del altar y desde allí presidieron la ceremonia. Una de las más antiguas en la historia argentina. Para alegría de Dios y del pueblo cristiano a la Iglesia Católica y Evangélica del Río de la Plata le quedan estos pastores. Por la hermandad y el mismo amor a Dios, quiebran siglos de historia, e iluminan la vida creyente como hombres de Dios.
Sin dudas, enorgullece tenerlos como pastores de la grey protestante y católica.
Dos hombres de Dios.

Daniel Frank