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viernes, abril 26, 2024
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La seguridad y la justicia social son temas culturales de abordajes viejos

Más camionetas, más patrulleros, más motos, más policías varones y mujeres, más armas, más balas, más chalecos antibalas y desfile con sirenas que atruenan el aire. El acto con autoridades de todos los niveles, pareciera ser un festejo, pero ¿qué celebran? El fracaso de la política de seguridad.

 

Porque si el plan de seguridad fuera un éxito, nada de éso se necesitaría y serían inauguradas -con semejante gasto multimillonario-más escuelas, más carreras terciarias, más universidades, más centros cientificos, más escuelas deportivas o centros de arte, lengua y cultura.
El problema de la seguridad en Argentina es que se hace con un abordaje equivocado y se llama plan de seguridad de manera ampulosa, a lo que es nada más que represión y control social.
Es el mismo sistema que se tenía en los años ´70,en las dictaduras tanto como en las democracias.
Son los mismos actores, entonces más jóvenes, y se ve claramente en otro abordaje equivocado, originado en ese tiempo, donde las acciones políticas estaban organizadas con objetivos de masas. Lo que se llama y se aplica como Justicia Social es una acción perimida y cuando no, nostalgiosa y estéril.
Hoy, el mundo camina hacia la ecuanimidad, y es el respeto más hacia las libertades individuales y los derechos civiles y privados. Es parte del devaneo histórico natural del hombre en el mundo.

Ese mensaje prende rápido en los niños y los jóvenes, aún cuando en algunos sectores sea envenenado con mezquinos intereses en los zátrapas que siempre tiene la política argentina.

¿Cuál es la diferencia entre la Justicia Social y la Ecuanimidad?
Básicamente, que la Justicia Social atiende a dar a todos por igual. Supone una acción masiva de supuesta Justicia.
Mientras que la Ecuanimidad, supone una acción individual porque es dar a cada uno lo que necesita.
Este concepto atiende a lo primario de la necesidad humana que le permite realizarse en su existencia cotidiana y expresar el concepto de felicidad que se necesita para que una sociedad viva en paz y en justicia.
Hoy, más que nunca, es imposible gobernar sin estadisticas permanentes que es una de las enormas carencias del Estado que sólo actúa en el desorden voluntarista.
Un Instituto Municipal, otro Provincial y un tercero Nacional de estadísticas y censos es vital e insustituible para conocer los intereses cada vez más fragmentados y de cambios veloces que tiene la sociedad actual y siempre de acuerdo a los sectores sociales diferentes.
Una ciudad es una tribu al lado de la otra. Los chicos de cinco años ya no se crían con la misma enseñanza que los niños de 15 años. Y menos aún que los mayores de 60 años a quienes los adolescentes los ven como “ancianos” en un mundo donde los niños, los adolescentes y los ancianos son objetos descartables.
El Barrio Norte no es lo mismo que el Centro, y éste es marcademente diferente al Barrio Los Troncos. La Orilla no es el Barrio Este, claramente y el Barrio Oeste es diferente a todos.
Más allá que una sociedad es solamente segura cuando sus habitantes han tenido una infancia feliz y una adolescencia y juventud positiva, los procesos históricos de Esperanza especialmente, tienen marcadas diferencias.
¿Hace nomás 30 años atrás, vivían en Esperanza bolivianos, peruanos, venezolanos, franceses, norteamericanos, chilenos, uruguayos, brasileños y demás?
¿Vivián tantos santafesinos, santotomesinos, sanjustinos, margaritenses, sanjavierinos, y de tantas otras ciudades de la región?
¿Había tantas manifestaciones religiosas y credos?
¿Era lamisma conformación la del sector rural y el campesino ayer que hoy?

Y lo económico también juega su papel. Hay quienes dicen que las drogas y el alcohol son un problema de los adolescentes y jóvenes.

Cuando claramente las drogas y el alcohol, el descontrol son un negocio de los adultos. En ese punto, la seguridad también es un negocio de los adultos. Multimillonario. Y cuanto más fracasa, más negocio es.
Daniel Frank