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viernes, abril 26, 2024
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Reflexiones sobre la pandemia Covid-19 en clave sociológica y política

Tal como El Colono del Oeste viene publicando, la Usina Social ha estado ofreciendo una serie de conferencias, vía web, para comprender mejor la problemática de la pandemia. En el día de ayer, miércoles 15, la propuesta contó con destacadas intervenciones de personalidades del mundo académico y periodístico.

En efecto, coordinados por el ensayista y editor Alejandro Katz, expusieron Pablo Stefanoni (foto), jefe de redacción de la revista Nueva Sociedad; Anabella Busso, Internacionalista de la Universidad Nacional de Rosario, José Natanson, director de Le Monde diplomatique y Andrea Oelsner, Internacionalista de la Universidad de San Andrés.

 

Primeramente, la profesora Busso ha planteado la existencia de una situación previa a la pandemia, caracterizada por el triunfo de los grupos financieros y los sectores vinculados a las altas tecnologías, por un lado, y un mundo laboralmente precarizado que resiste apenas. Una vez “superado el temor a la muerte”, manifestó Busso, las clases altas retomarán su vocación de poder, generalmente satisfecha y los sectores empobrecidos continuarán su resistencia, con una situación agravada por la crisis sanitaria. Es decir, la pandemia no implicaría un cambio radical del mundo anterior a ella, sino una agudización de las inequidades.

En segundo lugar, Natanson ha manifestado que, por el contrario, se advierten circunstancias excepcionales, radicalmente nuevas y que, en ese sentido, serán la ciencia (médica) y el estado, las instituciones más interpeladas y también las más legitimadas y fortalecidas socialmente a la salida de la crisis. Esto implica, desde extender y promover la obligatoriedad de las vacunaciones y la re-consideración de las prácticas sanitarias, por un lado, hasta cuestiones estatales de primer orden como las condonaciones de deuda externa y el ofrecimiento y sostenimiento de ingresos familiares de emergencia para sectores vulnerables.

En contraste, Oelsner, a su turno, fue taxativa: “nada de lo que está pasando ahora era imprevisible. El peligro de las pandemias había sido predicho muchas veces y desde hace bastante tiempo, y de alguna manera podríamos pensar que esta es la crónica de una pandemia anunciada. Ni hablar de la peste bubónica que llevó al fin del medioevo o la peste española de 1918-1919. Pero tuvimos el SARS en el 2002, la gripe aviar en el 97 y se habló de su pandemia en 2005, tuvimos la gripe porcina en el 2009 y el virus del ébola en el 14. Por lo demás, las otras tendencias que observamos hoy, también son muy anteriores a febrero: la retracción de la globalización, la crisis del multilateralismo, las tendencias nacionalistas, la competencia entre Estados Unidos y China y el creciente debilitamiento europeo, me parece que a nadie sorprende demasiado que los ciudadanos de los distintos países se hallan vuelto a sus gobiernos, en busca de respuestas y no al G-20 o a Naciones Unidas”, y agregó que “el covid-19, seguramente, va a acelerar estos procesos que estaban en marcha desde hacía bastante tiempo”.

Asimismo, para la especialista, los indicios de colaboración nacional y regional, “sin un liderazgo político internacional efectivo probablemente sean insuficientes”. “Europa, expresó la doctora Oelsner, desde hace años ya no ofrece este liderazgo y China puede ser el mayor donante de barbijos del mundo, pero en este momento no tiene capacidad de liderazgo global para poder coordinar las respuestas individuales de una gran cantidad de actores diferentes, como los estados nación, las organizaciones internacionales y las ONG´s internacionales, en el manejo eficiente”. “¿Qué queda?”, hubo de interrogarse. “Queda Estados Unidos, en otro momento Estados Unidos ofreció un liderazgo mundial: tenemos la campaña del sida en el 2003, que fue muy eficiente, y la de 2014 contra el ébola también”. Su pronóstico atiende a “un aspecto que puede tener consecuencias importantes para todos, sobre todo para los países del Sur Global: parece ser el de las respuestas de tipo cuarentenas, es decir, los controles. Monitorear, controlar e imponer, son facultades claves que los estados fueron adquiriendo y la sociedad se las fue cediendo con legitimidad”, concluyó.

Stefanoni, por su parte, no ha dejado de advertir que los países de Asia han mostrado mejores respuestas y mejor preparación que el resto. Asimismo indica la constante preocupación de las grandes potencias, de las ONG´s, la de Bill Gates, por ejemplo, y los laboratorios y grupos farmacéuticos privados, por cobrar protagonismo en las instituciones de injerencia global, especialmente en la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de sus contribuciones. De hecho, el dato que aporta es elocuente: “El 80 % del financiamiento proviene de estas fuentes y sólo el 20 % de aportes regulares de los países”, afirmó. Geopolíticamente, a su vez, la OMS ha mostrado un sesgo notable. Basándose en una publicación de la revista norteamericana The Nation, informó que el mencionado organismo de salud multilateral, la OMS, ha ignorado el aviso de Taiwán sobre el coronavirus, al no estar reconocido como país soberano.

Adicionalmente, Stafanoni ha planteado que el repliegue nacionalista se ha intensificado a partir de la crisis sanitaria y se ha incorporado a un cierto discurso ecológico dominante, que se articula con propuestas xenófobas, tales como las de una “ecología patriótica”, propuesta por Marine Le Pen. Tales arrestos patrióticos, entonces, siendo la instancia global la más eficaz para pensar seriamente la crisis climática, tal repliegue nacionalista, acelerado por la crisis sanitaria, implicaría un retroceso, situación que ha sido ilustrada por Stefanoni a través de la dicotomía nave tierra vs bote salvavidas, pues son dos éticas distintas. “El bote salvavidas es subir, cortarle los dedos al que intenta subirse después para que el bote no se hunda. La nave tierra es una idea en la que los humanos formamos parte de una tripulación única”. En conclusión, los elementos más importantes de la crisis sanitaria y ambiental, no pueden ser eficazmente procesados a partir de discursos patrióticos, los cuales hoy parecen estar cada vez más activos.

En ese sentido, la conferencia tuvo mucho contenido sobre el problema de las continuidades y rupturas de las formas de la globalización. Al punto tal que el doctor Oscar Oszlak, un reconocido cientista político, expresó, desde el chat, que “a la oposición (o continuo) entre nacionalismo y globalización, habría que agregar otra dicotomía, “democratización”-“autoritarismo”, que la pandemia tiende a inclinar hacia estados nacionales proclives a utilizar prácticas autoritarias”.

Mauricio Yennerich