“Las callecitas de Esperanza tienen ese ¿no se qué viste? Uno va por Castellanos, llega a San Martín y la calle va en uno”. Desde lo alto de la Nueva Royal, del Palacio Municipal o de la Basílica dela Virgen, “te sale a saludar la gente linda, y se levantan campanarios con su risa”, entonces ellos, los artistas, le “cantan a la ciudad a media voz”.
Domingo, de romería, la plaza siente el fresco que se levanta y el tiempo duda en sumarse a la fiesta o estropearlo todo. El conductor “Nino” Chacon Allin, le pide al Dios de la Basílica para que se incline del lado de la fiesta. Y Dios, que siempre ha sido bueno, hace caso.
Y el adoquinado de San Martín y Aarón Castellanos recibe al ballet estable del Club de Tango Esperanza, en el Día nacional del Tango. En el cielo brillan tres o cuatro estrellas rebeldes. En la esquina son más haciendo firuletes y sacándole viruta al adoquinado.
René”Barón” Clerici canta cosas del arrabal porteño, de la pebeta, del escabio y los malevos, mientras que Gastón Baigorria, pinta faroles, equinas, guapos, bailantas y poetas arrabaleros en la noche de Esperanza, ante un público importante y entusiasta.
El tango y sus poetas son el alma de la fiesta y cada uno de los temas, conmueve el corazón con artistas de mil batallas, todas victoriosas.
El “Negro” Laratti sube a escena con su bandeonionista cordobés de pura cepa. Su guitarra y sus ocurrencias levantan el aplauso y le traen mil anécdotas a su alma en lo que fue su querida Esperanza, a la cual le canta su zamba.
Desde la ranchera a la chacarera, y desde el pop del Club del Clan de “Palito” y Leo Dan hasta el tango, hacen estos dos artistas afincados en Villa Giardino, que la magia se haga risa y emociones. Cultivador de mil escenarios en las provincias argentinas, lleva con la sabiduría del artista callejero su dominio absoluto del escenario abierto y nocturno.
Cristina Copes y la comisión directiva del Club de Tango comparten con el público este adiós al 2018, que los ha visto presentar espectáculos de jerarquía en la ciudad, y hacer trascender a sus artistas a nivel nacional en la ciudad cordobesa de Carlos Paz, con posible experiencia internacional, especialmente para el ballet de tango de Adrián y Tamara, dos maestros que se han vuelto de renombre y trascendencia, junto a sus calificados alumnos.
La noche va cerrando sus mantos de estrellas, las luces se van apagando de a una, la plaza calla y desde una esquina, unos grillos trasnochados cantan: “quereme así piantao, piantao, subite a los amores que vamos a intentar, la mágica locura total de revivir, este loco berretín que tengo para vos” .
Mientras una pareja de toda la vida, abrazados como cuando eran pibes, sale a volar por la ciudad, “con una golondrina en el motor”.
Tal vez sea cierto eso de que el tango siempre tendrá “el alma inquieta, de un gorrión sentimental”.
Daniel Frank