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miércoles, mayo 1, 2024
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De cuando Esperanza estuvo a punto de desaparecer

Por Marcos Pascal para El Colono del Oeste

De cuando Esperanza estuvo a punto de desaparecer. Una crisis luego de la crisis de 1929. La ciudad de Esperanza probablemente deba parte de su enorme fama al hecho de haber sido la primera colonia agrícola santafesina, y la primera colonia agrícola del país que logró consolidarse exitosamente, a diferencia de otros experimentos más antiguos y menos afortunados que tuvieron lugar en las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos durante los años de 1820(Martirén, 2014).

Sin embargo, y al contrario de lo que pudiéramos pensar, la relación de esta incipiente colonia con la agricultura no siempre fue perfecta. De hecho, en su origen, esta colonia atravesó una serie de dificultades, y ya en “(…) 1861 estaba por ser disuelta cuando el gobierno nacional intervino haciéndose cargo de la deuda que los colonos tenían con la empresa fundadora” (Gallo, 1984, p. 70).

En realidad, durante los primeros años, las actividades agrícolas de los colonos tenían por objetivo cubrir, en primer lugar, las necesidades familiares de subsistencia, mientras que los excedentes se vendían en mercados cercanos como Santa Fe (no había medios de transportes baratos que hicieran accesible la producción agrícola a gran escala).

El advenimiento de la Guerra del Paraguay habría fomentado la tendencia a la explotación cerealera. Sin embargo, la expansión de la agricultura se encontró con dificultades, principalmente relacionadas al encarecimiento de la tierra, la subdivisión de la propiedad y los costosos medios de transporte (el ferrocarril llegó a la ciudad recién en 1885). Se ha sugerido que estos inconvenientes fomentaron el temprano desarrollo de actividades comerciales e industriales a costa de las agrícolas (Martirén, 2014).

Tal es el caso de los molinos harineros: transformar el trigo en un producto más valioso era una decisión razonable al momento de pensar en emplear los costosos medios de transporte que predominaban antes de la llegada del ferrocarril. Quizá por eso los molineros eran, en muchas ocasiones, acopiadores de grano (Zingerling, 1987). De esta forma, las actividades comerciales e industriales se convirtieron en un rasgo propio de Esperanza casi desde el momento de su fundación.

En una primera instancia, el paisaje de la ciudad estaba dominado por los molinos harineros: en la década de 1860 esta industria había comenzado con molinos de escasa tecnología (hidráulicos y a tracción animal fundamentalmente), mientras que para la década de 1870 empezaron a instalarse molinos a vapor(Martirén y Rayes, 2016). No obstante, hacia mediados de los años de 1890 la industria molinera de Esperanza comenzaba a mostrar signos de crisis (Grenón, 1947).

Con la desaparición de los molinos, la vida económica de Esperanza pasó a estar dominada por el comercio y las actividades industriales de carácter artesanal (carpinterías, herrerías,panaderías).

Las industrias artesanales eran una consecuencia natural del aumento en el número de habitantes de la colonia, y como tal, estaban ya en los primeros años; sin embargo, se vieron beneficiadas por la importancia de las actividades comerciales de Esperanza; como consecuencia, muchas de estas industrias aplicaron estrategias de especialización productiva: la demanda local se podía complementar ofreciendo artículos estándar que estuvieran disponibles para compradores de otras localidades.

El caso de Schneider (un taller mecánico y fundición convertido en fábrica de máquinas agrícolas) es uno de los más conocidos, pero existieron otros.Así podemos evidenciar que muchas herrerías o carpinterías se convirtieron en fábricas de carruajes, o que, con el tiempo, algunas fundiciones pasaron a producir, por ejemplo, cocinas a leña.

En cuanto a las actividades comerciales, si bien se remontan (al igual que las industrias artesanales) a los orígenes de la colonia, su importancia estuvo posiblemente relacionada en un primer momento a la industria molinera y, en su ausencia, a la demanda generada por los pueblos aledaños.

En este último aspecto, los medios de transporte pudieron haber jugado un papel fundamental. Aquí entran a jugar el papel del tren como factor clave para la afluencia de visitantes de otras localidades.

Posteriormente, la difusión del automóvil reforzó el perfil comercial de Esperanza: la ciudad se convirtió en punto intermedio para los automovilistas de colonias como Pilar o Susana, ya fuera por el trayecto que unía las ciudades de Rafaela y Santa Fe, ya fuera por el traslado desde las mencionadas colonias hacia el norte provincial (por San Justo) o hacia otros pueblos como Cululú o Progreso.

La preminencia de las actividades comerciales quedó reflejada en las profesiones que desempeñaron los primeros presidentes del Centro Comercial de Esperanza, fundado en 1928.Luego del primer presidente, que poseía una mueblería (Victor Fontana, 1928-31), los siguientes se desempeñaron en actividades comerciales: relojería y joyería (José Bertotti, 1931-33), ramos generales (Alfredo Pinter, 1933-36) y zapatería (Francisco Monín, 1936-43) (El Colono, 1931; CICAE, 2021).

La impronta comercial de la ciudad también quedó reflejada en el consumo de combustible: En 1931 el Anuario de El Colono mencionaba que durante 1930 se habían instalado 6 surtidores de nafta, elevando a 20 los puntos de venta existentes en ese año.

Pero esta vida comercial que había caracterizado a Esperanza por tantos años, y que era, en definitiva, la principal fuente de sustento de la localidad, sufriría un duro revés.

Para Esperanza,la década de 1930 fue una década de crisis, aunque no por los motivos esperados. Esta vida comercial se vería coartada en primer lugar, por los proyectos de pavimentación del gobierno nacional, que durante la década de 1930 reconfiguraron la fisonomía de las comunicaciones camineras: un camino de Rafaela a Santa Fe que dejaba fuera a gran parte de las colonias, el desarrollo de las rutas 11 y 19, y el completo abandono del tramo Esperanza-Cululú-Progreso mermaron la afluencia de automovilistas a la ciudad. En segundo lugar, el transcurso de la Segunda Guerra estaría marcado por las restricciones energéticas: para 1942 el Anuario Kraft publicitaba tan solo 4 vendedores de nafta (Guillermo Kraft Ltda., 1942).

En este contexto crítico, la industrialización del lino dirigida por el Estado durante la Segunda Guerra insufló un impulso económico a la ciudad (Mende, 1947). El conflicto bélico había afectado las relaciones económicas internacionales, particularmente en el caso del lino, que se exportaba principalmente a Estados Unidos. Como consecuencia, entre 1940 y 1941 la Junta Reguladora de Granos se encontró con un excedente de lino que ya no podía colocar en el extranjero. En un contexto de crisis energética, la respuesta fue entregar la semilla para su industrialización, con el compromiso de readquirir la producción resultante y usarla como combustible (Tumini, Lanciotti y Frid, 2013). Esperanza rápidamente pasó a formar parte de este desarrollo industrial: en marzo de 1942 el Molino Esperanza SA, una aceitera de lino, inició sus actividades (El Colono, 1946).

En agosto de ese mismo año, una fábrica de estopas se transformó en FAEL SRL, emprendimiento dedicado a la fabricación de estopas y de aceite de lino (Pedroni, 1995). En 1943, las plantas de Hein Hermanos S.R. Ltda, y Francisco Hessel e hijos S.R. Ltda habrían elevado a cuatro el número de aceiteras de lino (El Litoral, 1943).

En 1943, como resultado de estos cambios, el Centro Comercial se presentaba ya con una nueva denominación: Centro de Industria, Comercio y Afincados del Departamento las Colonias. Ese año, el presidente del Centro ya no era un artesano carpintero, o un comerciante: Tito Bottai había sido ambos, pero para la finales de los treinta se dedicaba a la industrialización del lino y para ese momento había sido el responsable de formar FAEL SRL (Pedroni, 1995).

Bibliografía

CICAE (2021). Página web del Centro de Industria, Comercio y Afincados de Esperanza. Recuperado de http://www.cicae.org.ar/

Dos importantes establecimientos industriales iniciarán sus actividades en breve en Esperanza.(18 de enero de 1943). El Litoral.El Colono (1931). Anuario de El Colono. Esperanza, Argentina: El Colono.Gallo, E. (1984). La pampa gringa. Buenos Aires, Argentina: Edhasa.Grenón, P. (1947). La ciudad de Esperanza (prov. de santa fe). Historia documentada eilustrada Tomo III. Córdoba, Argentina: s/ed. Guillermo Kraft Ltda. (1942). Anuario Kraft. Gran guía general del comercio, industria,agricultura, ganadería, profesionales y elemento oficial de la República Argentina, con Bolivia,Chile, Estados Unidos de América, Paraguay, Perú y Uruguay. Tomo III: Provincias yTerritorios. Buenos Aires, Argentina: Guillermo Kraft Ltda.Industria y Comercio. (6 de septiembre de 1946). El Colono.Martirén, J.L. (2014). Planificación y path dependence. La evolución diferencial de las colonias agrícolas santafesinas de Esperanza y San Carlos entre 1856 y 1895. En L.M. Calvo y M.E. DelBarco (Comps.) Proceso de colonización agrícola del espacio santafesino (pp. 135-158). El territorio el trazado de las colonias. Santa Fe, Argentina: Ediciones UNL.Martirén, J.L. y Rayes, A. (2016). La industria argentina de harina de trigo en el cambio de siglo.Límites y alcances, 1880-1914. En H-industri@ 10(18), 1-27.Mende, R. (1947). Nuestra ciudad futura. Problemas de Esperanza vistos a la luz de los planesquinquenal y trienal. Santa Fe, Argentina: Librería y Editorial Castellvi S.A. Pedroni, J.C. (1995). Estampas del Pasado. Reseñas y Relatos 1988-1993. Libro III. Frank,Argentina: Gráfica-Editorial Cruz del Sur.Tumini, E., Lanciotti, N. y Frid, C. (2013). La industria invisible: La producción de aceites enArgentina y Santa Fe. XLVIII Reunión Anual de la Asociación Argentina De Economía Política.

 

Foto: EL EX-MOLINO DENNER: UN CASO DE ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL EN LA CIUDAD DE ESPERANZA