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viernes, abril 26, 2024
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El maravilloso mundo de la familia Tempo entre el verde y la vida

En Almafuerte 424 hay un hogar, cuyo frente da ante un amplio predio verde. Allí es donde la civilización del cemento y de la tecnología aún no invade. Es agua fresca el alma. Es como si la casa viviera adentro de la primavera.

En el jardín del frente los diferentes tipos de Salvia atraen a  los colibries multicolores que inyectan sus picos en flores hechas como campanas azulinas.

Y un nido en las plantas entre verdes y multicolores flores, aún recuerdan el extraño caso de las dos “Corbatitas” albinas, una rareza que fue la pasión del doctor Martín de la Peña durante sus nacimientos y crecimientos. Cada centímetro de tierra es una sorpresa en plantas hermosas que hacen a una primavera radiante.

Para los pájaros se ha puesto una fuente con chorros cristalino de agua con gnomos de rojas gorras.

El living son cueros de víboras enormes en las paredes, una cabeza de ganado, una gran pecera llena de agua y peces multicolores, piedras e hiedras. Y ya pasando al patio explotan las glicinas moradas y blancas, y el sillón de descanso bajo ella, el que desde jovencita soñó tener la mujer hoy ama de casa.

Una Cina Cina de donde cuelgan manzanas, es el placer y el alimento de zorzales, petiteros, calandrias, celestinas, monteritos, cardenales, pechitos colorados, al fin, un paraíso de pájaros que danzan por esa planta autóctona en la siesta de Esperanza.

La Cina Cina atrae a los pájaros autóctono por sus hojas y las manzanas son un plato especial para los pájaros que van a ese barrio porque en las casas hay mandarinos y naranjos además.

A simple vista, es un espacio abierto no tan grande coexisten por lo menos cien especies de plantas con su microclima. Y entre ellas, la exótica Amorphopallus Konjac, o popularmente lamada “Flor Cadáver” propia de Indonesia, China y Japón.

Diego Tempo y Natalia Solis son los dueños de esta casa ubicada fuera del tiempo y del espacio, con sus hijas Dana de 20 años y Giuliana, que tiene 18 y cursa el 5to. año del Colegio San José.

La “Flor Cadáver” es llamada así por su olor muy pestilente que usa como defensa, es oscura amarronada fuerte, mide 1,14 metros de altura y florece cada cinco años. Esta, que fue traída desde un jardín de María Juana, localidad del departamento Castellanos, fue plantada como bulbo en tierra, dado que lo más común es que crezca en macetas, buscando siempre la penumbra y lugares sombríos. Fue exactamente hace 5 años. Y ahora florece por primera vez.

Florece en primavera cada cinco años y dura unos 10 días. Luego se cierra y le crecen hojas, que el invierno seca y tira al piso, mientras la planta espera hasta setiembre para dar nuevas hojas- tipo camuflaje de ropa de guerra amarronado y verde- y cinco años más para florecer de nuevo. Y es una de las debilidades para ver de la ingeniera agrónoma Marcela Buyatti, amiga y visita de la familia Tempo, que siempre tiene a flor de labios, un buen consejo.

Esta flor tiene una particularidad increíble. La enorme flor se mueve imperceptiblemente al ojo humano, pero filmada con una cámara, puede verse que en 24 horas da un giro completo, primero a la derecha y luego lo hará a la izquierda.

Pero para ver en la casa de los Tempo-Solís no es todo. Por lejos. Hay que andar sólo unos pasos al norte- con cuidado de no cabecear un Camachú gigante de avispas lechiguanas que cuelga de un árbol- para ver dos maravillosos patos Mandarín, pequeños, multicolores y elegantes-parecen de porcelana- que andan por el jardín como “patos por su casa”.

Cinco variedades de faisanes comparten el patio, uno de ellos, amarillo entero simplemente es imponente. Son los machos los multicolores y de largas colas, porque las hembras son bien humildes, chiquitas y sin mucho brillo. Pero muy útiles y “fortachonas” a la hora de procrear.

Las palomas reales son una maravilla de la naturaleza, negras azuladas con sus patas blancas color nieve con sus anchas plumas.

Los dos dueños de casa aman la naturaleza de pájaros, plantas y flores pero Natalia adora a las mariposas y tiene una pila enorme de fotografías. Diego tiene pasión por los ofidios y en una muestra a su niña Natalia con un enorme víbora colgada de un palo, que haría correr a cualquier mortal de inmediato.

Y ese amor por la naturaleza que ambos comparten los lleva a visitar hermosos viveros como los de la localidad de Progreso en el departamento Las Colonias o el de la comunidad de San Vicente, en el departamento Castellanos.  Llevan y traen especies.

“Cuando éramos novios, íbamos a la plaza San Martín en la moto. Pasábamos por la revistería de los Ñuls y comprábamos la revista “Mi Jardín”, una Coca Cola en el kiosco y nos íbamos a sentar al banco de la plaza a leer la revista mientras tomábarnos la gaseosa.

En una de las revistas ví la glicina con el sillón y le dije a mi novio de entonces: “Un día yo voy a tener una igual” cuenta Natalia mientras a través de los grandes ventanales de vidrio del living nos señala con  una mano la glicina y el sillón, su lugar favorito para disfrutar del paraíso que han construido juntos.

“La casa la hicimos como antes. Los dos juntos picando ladrillos con el martillo. Ladrillo sobre ladrillo” cuenta Diego, trabajador de la firma láctea Milkaut de la localidad convecina de Franck.

“Cuando las niñas eran pequeñas nos internábamos en los montes de la zona de Villa Roda, donde hoy tenemos una casita. Alli disfrutábamos por días de la vida natural, del río, las plantas, los animales y la vida silvestre” recuerdan al igual que los días pasados en la zona del viejo puente de hierro del arroyo Cululú.

Finalmente queda para ver los patos y las gallinas. Estas últimas blancas y enormes, un manjar hecho puchero. Al fin, no sólo de espíritu vive el hombre.

“Algún día llegará la civilización con todo el cemento. Ya están loteando y haciendo caminos en las tierras de enfrente. Esperamos que tarde lo más posible. Por lo pronto siempre trataremos de que se quede puertas afuera” de este pequeño paraíso construido por más de 20 años.

Por lo pronto, los Tempo-Solís siguen viviendo en esa casa que queda adentro de la primavera y al borde del paraíso.

             Daniel Frank