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viernes, abril 26, 2024
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“Hacemos este acto para que nos vean”

 La empresa constructora tucumana, que habia ganado la licitación se fue. Había destruido media escuela, aulas, dirección, secretaría y demás dependencias. El Colono del Oeste comenzó entonces a señalarlo en sus páginas de papel e internet, y a realizar diferentes entrevistas con funcionarios políticos y autoridades educativas e incluso mostrar documentaciones que daban cuenta de los hechos . Dos períodos lectivos afectados. Y nada dice que vaya a cambiar.

La respuesta fue “se va a volver a licitar nuevamente”. Nunca se hizo. Por éso la comunidad educativa hizo un acto al frente del establecimiento escolar de nivel técnico medio,  siendo una de las escuelas más significaticas de la ciudad.

La obra es financiada por el gobierno nacional y llevada adelante por el gobierno provincial. En algún lugar de  la cadena, el eslabón de las decisiones se soltó o se rompió. Hoy la escuela navega en la nebulosa e intrincada cadena de intereses del poder. Cada uno cuenta su relato, “pero el poncho no aparece” y “la culpa es del otro”, lo que no cambia la realidad de los que la padecen.

Es real y probado que el goberno municipal,  y los bloques de concejales: Justicialista, del Frente Progresista Cívico y Social y de Cambiemos, realizaron gestiones y enviaron documentos para imponer a las autoridades provinciales y nacionales de la compleja y problemática situación, que incluso atenta contra legalidades  ministeriales.

Es una obra que se estima valdría unos 30 millones de pesos. Dólar más, Dólar menos y lo que se vio esta mañana en la Escuela de Educación Técnico Profesional Nº 644 “Gregoria Matorras” fue la realidad. Una escuela funcionando partida en cuatro pedazos: La escuela sede, un espacio alquilado en calle Janssen, un espacio que quedó el Jardín de la Escuela 1075 “Centenario de la Colonización”- con baños del Jardin de Infantes- y la sede de la Asociación del Personal Municipal.

Todos los días los profesores y centenares de alumnos, hasta para ir al baño en la escuela, van y vienen, cargan con sillas, con proyectores, con elementos de electrónica, en caravanas por las calles. Incluso a una profesora la atacó un perro que le mordió sus piernas hiriéndola de manera seria por citar una anécdota del rosario de calamidades.

Lo extraño de esta mañana es que las autoridades ministeriales de Educación, para este acto de visibilización del problema, prohibieron que los alumnos asistan al mismo “por los riesgos  de movilizarse por la calle”. Los alumnos lo comentaban y se reian.

Además de las autoridades escolares en el acto estaban los concejales de los tres bloques en el Concejo Municipal que tienen una actitud de compromiso con la escuela y conocen  claramente la problemática. Y la dirigencia de ATE y de Amsafe.

Las pancartas, los pasacalles, todas las palabras se resumen en una sola fase: “Queremos nuestra escuela” dicen los padres, alumnos, profesores, directivos, concejales, gobierno municipal, la comunidad esperancina.

Pero el mundo de la Argentina se ubica en  el presente de unos que se van y otros que van a venir. E incluso que tal vez van a venir. Y en este real y concreto vacío de poder, un mundo de negaciones cabalga en relatos bien escritos pero que no resuelven nada. Tal vez sea porque la mentira bien escrita tiene el doble de valor. El primero es que sea cual fuere el relato, es siempre creíble. Lo segundo es que no se puede probar nada en contra de lo que dice. Lo que se espera en realidad en la comunidad educativa es que haya interlocutores válidos que generen certeza con sus respuestas.

Y en ese contexto “burbuja” político, económico, laboral y social, en que se vive hay una enorme cantidad de gente, dentro del Estado y fuera del Estado, que está más preocupada  por saber de qué va a trabajar a partir del 11 de diciembre y eso no ayuda.

Mientras en el mundo real está la gente que padece sin interlocutores válidos que le resuelvan el problema que el mismo poder político ha creado. “Nos sentimos solos” confesaba en voz baja un profesor con tristeza e impotencia, sentimiento que eran compartido por los numerosos asistentes a la convocatoria.

Y no son los únicos. La sociedad argentina entera se siente con la angustia de estar sola y abandonada a su suerte.

Daniel Frank