Pasarán los años y las vidas envejecerán, pero nunca morirá las historias que escribieron con amor y con sangre en esta tierra Argentina en los tiempos de plomo de nuestra patria.
Nunca más las instituciones de la República, de las entidades intermedias, de las fuerzas de seguridad, de la defensa nacional al servicio de grupos facciosos y de la muerte. Todos al servicio de la vida. Los niños y pibes de entonces serán viejos. Pero las calles, los árboles, las plazas, seguirán gritando con sus voces: Nunca más.
Nunca más el terror, nunca más la sangre en las calles, nunca más las lágrimas de ausencias, nunca más la violencia. Ni la más imperfecta de las democracias podrá ser menos que la mejor de las dictaduras.
Los estudiantes abanderados de las escuelas medias de la ciudad, miraban a sus mayores quienes con lágrimas en los ojos y en el corazón asistieron silenciosos y con honra a tan magno gesto de la memoria.
Cuan acertadas las palabras del Pastor Jorge Boschiazo enarbolando la justicia como ben común y la verdad como camino de la vida en donde reine el amor y no la muerte.
Ernesto Aguera, párroco de la Basílica, rezó en nombre de todos los católicos para que la paz y la vida sean siempre con el pueblo argentino y jamás la violencia sea un arma de un hermano contra otro hermano. Los 400 esperancinos presentes en el Centro Cultural Municipal respondieron: “Amén” como compromiso colectivo para el nunca más.
El canto del Himno Nacional Argentino entonado por todas las generaciones de esperancinos presentes y la Marcha a mi Bandera fueron un sello del corazón argentino en procura de un presente y de un futuro cargados de sueños y proyectos nuevos comunitarios.