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viernes, abril 26, 2024
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Profundo repudio por hechos vandálicos

“La violencia es el derecho de supervivencia de los animales” dice la filosofía de la naturaleza. Señala tambien que “el hombre es el único ser vivo sobre la tierra que puede ser peor que sí mismo” a diferencia de los animales o de las plantas.

No es por la pobreza, ni por falta de educación, ni de enseñanza de los padres, ni por efecto de la droga o el alcohol, es simplemente satisfacicon de la violencia, un motivo de culto en ciertas barras que existen en todas las ciudades, en un mundo que hace de la fuerza y la agresión un modo de subcultura.
Simplemente hacen daño, por el placer de que otros sufran, sin conciencia y sin otro motivo que el placer de romper.
Están los “quemacoches” en otras ciudades como en Santa Fe, una plaga, y en Esperanza, lamentablemente apareció en banda un grupo de pibes que salieron una noche a romper automóviles, que por cierto, los vecinos logran tener y mantener con un gran esfuerzo de años de trabajo.
Dice la gente perjudicada que una bandita de adolescentes de entre 13 y 14 años, a las tres de la mañana del domingo aproximadamente, andaban en la calle por Avellaneda- con sentido Este-oeste- hacia el centro y tuvieron la idea de romper automóviles que estaban estacionados en las cales.
Rompieron vidrios, espejos retrovisores, abollaron puertas y chapas a patadas, en fin, un alarde de brutalidad inaceptable.
Cuentan los vecinos a este medio que se trataba de una banda de unos 10 adolescentes de la edad enmarcada.
Tres de ellos fueron perseguidos por dos vecinos afectados y capturados unas cuadras al Este mientras huiuan. La indignación de los dos hombres no llegó, por suerte a la violencia, pero todo se daba para que ello sucediera.
Por suerte llamaron a la policía y a los tres violentos los llevarona la Comisa´ria Primera, donde los padres horas despues los retiraron.
Seguramente, por estas horas, la policía sigue juntando nombres y formando el expediente que tendrán en sus manos los fiscales jueces penales y civiles.
Hay un doble perjuicio, y en el rubro de la mecánica, nada es barato.
Con las nuevas leyes, los damnificados pueden pedirle a la Justicia que se repare el daño económico, que deberán cubrir los padres, en caso de que ello acaeciera.
Lo que existe en la comunidad por estas horas, más allá de las cuestiones legales que se pueden prever, es un profundo repudio a estas salvajadas inaceptables.
Mucho más, cuando se sabe que una persona de la comunidad debió ser internada de urgencia en un centro médico, por padecer de esta violencia.
Daniel Frank