“Nada. No hay nada. Me robaron en mi casa. Ingesaron con la llave porque la puerta estaba cerrada. Con mi familia durmiendo. Lo que despertó todos los miedos míos y de mi familia. Tengo una hija de 13 años, ya no puedo dejarla sola. En verdad, me hicieron un daño tremendo.
Se llevaron 40 mil pesos que debía pagar por mi trabajo. Y llevo 25 mil pesos gastados en cerrajeros, viajes, documentos, y no puedo ussar el automóvil porque se llevaron las llaves y los carnet, más todos los papeles y documentos. Mi pareja no puede trabajar porque se llevaron el carnet de conductor de ómnibus.
Se entiende porqué necesito verle la cara al delincuente. Porqué no saber quien hizo ésto, robarte con la puerta cerrada con llave, con la familia descansando, es mucho más que robar dinero” dice la mujer con bronca, dolor e impotencia.
El hecho delictivo refiere a una joven mujer que reside con su pareja y su hija en una propiedad del Barrio Los Troncos, en el sur de la ciudad. Alguien, evidentemente preparado, elaboró el robo, llevándose en medio de la oscuridad una portafolio y un bolso.
“Sólo cambiar la cerradura del automóvil nos llevó 12 mil pesos” nos cuenta, mientras mira hacia el cielo, como esperando del cielo una respuesta que no le dan en esta tierra.
“Necesito verle la cara, identificarlo. Voy por la calle en bicicleta porque el automóvil no lo puedo usar, miro rostros y me digo, si no será éste o aquél.
Es muy difícil cuando violaron la intimidad de tu casa, de tu familia, cuando te habías ido a dormir con todo cerrado, volver a recuperar la paz.
Por éso no pido que recuperen el dinero, las tarjetas, los carnet, sólo que me digan éste fue, y poder mirarlo a la cara, conocerlo, para que mi familia recupere su seguridad y la paz” dice la mujer esperancina que cumple actividades comerciales en la Estación de Colectivos de Esperanza.